No cabe duda de que una de las
principales preocupaciones que tiene el género humano es la alimentación. La
gran preocupación por la falta de alimento por una parte y la sensibilidad por
la seguridad alimentaria y la nueva cultura de los productos BIO por otra, no
dejan lugar a dudas. Sin embargo, seguimos imaginando que el sistema
capitalista con la actual globalización y la liberación engañosa de los
mercados internacionales es la solución a nuestros problemas alimentarios. La
realidad, no obstante, es que la liberación de los mercados solo supone la
libertad para que las ganancias de las grandes corporaciones sean infinitas y
vergonzosas. “Las corporaciones no cultivan alimentos: cultivan beneficios.[1]”
Su preocupación no son las personas sino exclusivamente su negocio. De hecho
muchos campesinos se han empobrecido severamente y han tenido que abandonar sus
tierras: su medio de vida, lo que ha incrementado el número de suicidios entre
ellos en muchos países.
Las grandes multinacionales son
las que hoy en día determinan qué comemos, qué cultivamos y cómo cultivamos. “Las
corporaciones también son Gobiernos manipuladores que actúan a escala mundial
para introducir unas leyes de falsa seguridad y de falsa higiene que declaran
ilegal el alimento que sí es seguro y
arriesgado el alimento que no ofrece riesgos.[2]”
Se desprecia e injuria el alimento que se cultivaba por los pequeños
agricultores respetando las tierras y su diversidad y que hoy se busca por su
sabor y su calidad nutritiva.
Pero la globalización impulsada por
estas grandes empresas hace a los alimentos viajeros de forma imprudente y
perjudicial. Recorren miles de kilómetros innecesarios. Así, ya “En 1996 Gran
Bretaña exportó 111 millones de litros de leche e importó 173 millones de litros. Importó 49
millones de kilos de mantequillas, pero exportó 47 millones. ¿Por qué no
consumió sus 47 millones e importó los 2 millones que le faltaban, ahorrando
así los costes del transporte? Porque no importar y exportar a gran escala no
produce beneficio alguno para las élites transnacionales del transporte. Los
gigantes de la alimentación envían manzanas a Gran Bretaña por avión desde
Nueva Zelanda a 14.000 millas de distancia, y judías verdes desde Kenia, a
4.000 millas, aunque los agricultores británicos pueden cultivar ambas.[3]”
Hoy en día la situación puede ser igual o peor en muchos de los países, lo
vemos en nuestros supermercados todos los días. Frutas, verduras y todo tipo de
alimentos se han vuelto grandes viajeros.
Este ir y venir de los alimentos
hace que se requiera una forma de producción y de conservación especial. Se
seleccionan los alimentos para que su producción sea mayor, para que su
resistencia al paso del tiempo se más duradera y para ello no importa la
utilización de productos químicos que pueden ser nocivos para la salud humana y
la biodiversidad del planeta. Pero es que además, esta globalización “conduce
al desperdicio en muchos aspectos, y la FAO estima que un 30 % del suministro
global de alimentos se desperdicia, y la comida que se tira al año asciende a
un trillón de dólares. Los datos demuestran que la mitad de la comida del mundo
globalizado acaba en la basura, bien en la tienda o bien en la casa del
consumidor, mientras que en el Sur global cada vez son mayores las pérdidas
evaluadas desde la cosecha.[4]
” Recorrer por los alimentos largas distancias está demostrado que ocasiona la
destrucción de grandes cantidades de
comida tanto en la fase de producción, debido a la uniformidad de la forma y el tamaño de las
frutas y verduras, como en la fase de distribución.
Esta agricultura industrial y
globalizada “es uno de los principales causantes del cambio climático. Es
responsable del 25 % de las emisiones de dióxido de carbono del mundo, del 60 %
de las emisiones de gas metano y del 80 % del óxido de nitrógeno, que son
potentes creadores del llamado efecto invernadero […] también ha contribuido a
la erosión del suelo y a su infertilidad, a la contaminación del agua y al
agotamiento de los acuíferos, y a la destrucción de muchas sociedades
autosuficientes que en el mundo había.[5]”“El
sistema alimentario industrializado y globalizado, controlado por un puñado de
empresas multinacionales, está destruyendo el planeta, el estilo de vida de los
agricultores, la salud de la gente, la democracia y la paz.[6]”
A pesar de todo lo mencionado y
según nos dice Vandana Shiva en el libro citado “sólo un 30 % del alimento que
consume la gente procede de grandes explotaciones agrícolas industrializadas.
El 70 % restante procede de pequeñas explotaciones en las que el granjero
cultiva una pequeña porción de tierra. Y,
sin embargo, la agricultura industrializada es la causante de un 75 %
del daño ecológico que se inflige al planeta.[7]”
Realmente, podemos preguntarnos, ¿quién alimenta y quién destruye el planeta?
[1] Vandana
Shiva (2017:15). Quién alienta al mundo realmente. Capitán Swing.
[2] Ibídem
(2017:122)
[3]
Tracy Worcester, Local Food, Resurgence 199 (marzo-abril de 2000). Citado por
Vandana Shiva en Quién alimenta el mundo realmente.
[4] Vandana
Shiva (2017:161). Quién alienta al mundo realmente. Capitán Swing.
[5] Ibídem
(2017:35)
[6] Ibídem
(2017:18)
[7] Ibídem
(2017.11)
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