sábado, 29 de julio de 2017

Pensiones: uno de los grandes engaños

El Fondo Monetario Internacional (FMI) recomienda a España trabajar más años y no subir más de un 0,25 % las pensiones, además nos dice que es necesario incentivar los planes de pensiones privados. Me pregunto ¿Cómo podemos seguir creyendo las recetas del FMI cuando han traído tantas desgracias a todos los países en los que ha intervenido, entre ellos nuestro país? Pero también los emergentes de Asia, muchos del Sur y Centro de América e incluso africanos. ¿Qué razones inconfesables lleva a un organismo creado para ayudar a los países a poder aguantar crisis a hundirlos de forma inmisericorde? Pero sus descabelladas recetas son seguidas a pies juntillas no sólo por las élites interesadas, sino también por ciudadanos ciegos a la mínima lógica económica.

Recordando a Warren Mosler, economista referente de la Teoría Monetaria Moderna (TMM); si un robot o un grupo de personas pudieran realizar productos y servicios que abastecieran a la totalidad de la población realmente esto es lo que mantendría a las personas con las necesidades cubiertas, no si hay o no más dinero que es una convención social. No debemos cansarnos de recordar que el dinero, sea la forma social que tenga, no se come. Lo que nos hace ricos son los productos y servicios que podemos producir y servir. No nos dejemos engañar con cálculos interesados: que cada trabajador soporta varias pensiones, que el fondo de pensiones se acaba, que la generación del Baby Boom llega a la jubilación, etc. Debemos recordarnos que nunca en la Historia de la Humanidad hemos sido tan ricos y, sin embargo, hemos repartido la riqueza de manera más desigual.

El particular diseño del sistema de pensiones de nuestro país y el márquetin que se lleva a cabo por políticos neoliberales y aquellos poderosos que tienen interés en ello nos han hecho pensar que las pensiones se pagan con la hucha de las pensiones. Pero es solo una posibilidad más. De hecho el fondo de pensiones es un invento reciente, y, desde mi particular punto de vista, está sirviendo como singular “varita mágica” que hace fácil el engaño de los poderosos para que el sistema público de pensiones sea desactivado. Uno de los grandes avances de nuestra sociedad que ha funcionado perfectamente y contribuido al merecido descanso de generaciones se quiere hundir para beneficio de fondos privados e intereses particulares. De esta forma tenemos fondos de pensiones que tienen más poder que países enteros.

Pero es que ni siquiera nuestro gasto es particularmente alto: “gastamos 2,3 puntos porcentuales del PIB menos que la media de la eurozona en pensiones de jubilación (y 0,8 puntos porcentuales menos en total de pensiones). El 70 % de las pensiones pagadas no superan los 1.000 euros mensuales y abocamos a nuestros pensionistas a la pobreza. Así el 20 % de las pensiones contributivas y la totalidad de las no contributivas están por debajo del umbral de pobreza.” Y estos no son datos de organismos ideologizados, son datos recogidos de la base de datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

 Los economistas que no están influidos por los poderes económicos, que no han sido aducidos por la corriente fundamentalista del mercado; pensamiento único, nos lo dicen muy claro: “si ahora la Seguridad Social está en déficit no es porque la generación del baby boom se haya jubilado y haya demasiados pensionistas; está en déficit porque los ingresos por cotizaciones se desplomaron como consecuencia de un incremento desorbitado del desempleo. Actualmente hay millones de personas en nuestro país que quieren tener un empleo remunerado pero no lo consiguen. Si aumentamos la tasa de natalidad o la inmigración, ¡tendremos más parados![1]

El paro juvenil es otra de las consecuencias perversas de la lucha privada por hacerse con el dinero de los ciudadanos, incrementando los fondos de pensiones privados y el  poder de unos pocos en perjuicio de la mayoría. Tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de nuestra Historia, a la que hemos dedicado muchos recursos y tiempo y, sin embargo, la escamoteamos la posibilidad de trabajar y fomentamos en ella la indolencia, perdiendo conocimientos valiosos y recursos importantes para el desarrollo social y el mantenimiento de un Bienestar Social para todos.

La ceguera de nuestra sociedad está llegando a extremos preocupantes. Miramos pero no vemos ni castigamos la corrupción, no vemos la dolorosa situación de nuestros jóvenes sin presente y sin futuro, esquilmamos las pensiones y queremos deshacernos de nuestros mayores. Son indicios de una sociedad sin futuro.



[1] Garzón, Eduardo (2017) Desmontando los mitos económicos de la derecha: Guía para que no te la den con queso. Atalaya.

jueves, 20 de julio de 2017

No sólo crea riqueza el sector privado; la importancia de los déficits públicos

Parece que una idea muy extendida es que el sector privado es el único que crea riqueza. El Estado mejor que sea reducido y no afecte al funcionamiento del mercado, dicen los fundamentalistas del mercado. Por eso las políticas que llevan a cabo quieren impulsar los beneficios de las empresas para que reinviertan en la economía y así exista crecimiento económico. Y esto nos lo han grabado en la mente a fuego como si fuera una verdad absoluta. No obstante, cada día está más claro que un mercado a su albur, sin embridar fomenta desigualdades cada vez más grandes. Y con grandes desigualdades, los que obtienen beneficios abusivos no los reinvierten en la economía real, en investigación, desarrollo e innovación, no los dedican a mejorar el bienestar de todos, a mejorar la estructura económica de la sociedad. Se dedican a especular en los mercados financieros. Se dedican a ganar dinero fácil y no precisamente con el sudor de su frente.

Si la especulación financiera fue la principal causa de la crisis última, llamada gran recesión. Seguimos actuando igual y con las cacareadas mejoras macroeconómicas, incremento del  PIB, seguimos haciendo lo mismo, financiarizando la economía, especulando con los beneficios y retirando recursos de todo tipo de la economía real. Siendo el efecto más dañino de estas actuaciones el paro crónico, la cantidad de personas sin trabajo o con trabajo precario que pudiendo realizar su aportación a la sociedad no pueden hacerlo, lo que parece un verdadero disparate. Así estoy de acuerdo con María Mazzucato que, en una economía capitalista, considera: “La razón por la que puede que no haya empleos es porque las empresas y la economía se está fiananciarizando.”

El mercado es una invención de las sociedades humanas y no es tan antiguo como muchas puedan pensar. Pero el mercado no funcionaría sin la presencia del Estado. “Ningún elemento o institución de carácter económico es “natural”, propio de la naturaleza, sino que es una creación del ser humano organizado en sociedad […] eso que se conoce como libre mercado es un oxímoron […] Puede haber mercados cuyo diseño está destinado a proteger a los más indefensos y a los que menos poder tienen, o puede haber mercados cuyo diseño está destinados a permitir que los más poderosos tengan la libertad de imponerse y aprovecharse de los más indefensos.[1]

También “el Estado entendido como núcleo del  poder legal no es una institución positiva o negativa en sí misma. El Estado es una herramienta para cambiar la realidad social y económica y puede ser utilizado para multitud de objetivos[2]”. Según el economista Abba Lerner “La principal responsabilidad del Gobierno (que no puede ser asumida por nadie más) es la de mantener una proporción de gasto total en bienes y servicios que no sea mayor ni menor que la proporción que permitiría adquirir a precios actuales todos los bienes que es posible producir.  Si se permite que el gasto total supere este umbral, se generará inflación, y si se permite que esté por debajo, se generará desempleo.”

Uno de los mitos que Eduardo Garzón trata de mostrarnos en su último libro es que se piensa que el Estado tiene que recaudar impuestos para gastar. Sin embargo, es justo lo contrario. El Estado no puede recaudar impuestos en la moneda oficial si antes no ha emitido la misma, bien imprimiendo monedas o mediante anotaciones en cuentas. La forma, por tanto, mediante la que el Estado crea dinero es a través del gasto público. Cuando el sector privado está congelado, cuando la máquina inversora no funciona, el Estado, conforme nos decía Keynes, tiene que invertir y gastar para generar demanda agregada. Lo que es una locura en situaciones de crisis es limitar el gasto público, limitar el déficit al 3 % del PIB, salvo intención maléfica de apostar porque el mercado siga acumulando riquezas en manos de unos pocos.

Nos señala Eduardo Garzón que “la existencia de déficits públicos ha sido siempre recurrente y natural, puesto que todas las economías del planeta tienden a fomentar en la medida de sus posibilidades su propio desarrollo, y una de las maneras de conseguirlo es incrementado el gasto total (y, por tanto, el ingreso total y el PIB) a través de esta herramienta fiscal.[3]” No nos puede sorprender, por tanto, que “de las 187 economías que hay en el planeta, solo 26 (apenas el 14 %) registraron superávit fiscal en el año 2015;” siendo esto lo normal en la historia.

Si el déficit del Estado puede estimular la economía, si un Estado que imprime moneda no puede nunca quebrar, si el Banco Central puede gastar sin pedir “¿Qué demonios hacemos recortando en pensiones, sanidad, educación, dependencia, salarios, desempleo, etc., para cumplir con esa maldita regla acientífica e improvisada por cuatro personas que obliga a reducir el déficit público?[4]

Debemos recordar que “el dinero es una forma de medir los compromisos y la moneda una forma –entre otras muchas—de materializar esa medición.[5]” Lo importante son los productos y servicios que una sociedad puede producir  (con eso vivimos) y para eso es nefasto tener recursos ociosos. Pero jugamos a que los beneficios sean cada vez mayores y se los apropien unos pocos más codiciosos, y, encima, cada vez hay más constancia de que, como nos dice Mariana Mazzucato  “el riesgo se mueve cada vez más hacia el sector público y el sector privado recibe los beneficios.” Algunos recogen las ganancias y la mayoría pagamos los platos rotos.



[1] Garzón, Eduardo. Desmontando los mitos económicos de la derecha
[2] Ibídem.
[3] Ibídem.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem.

viernes, 14 de julio de 2017

No es suficiente el caso de Grecia para olvidarnos de la austeridad

Hace tiempo escribí un artículo titulado “Grecia no puede ser el chivo expiatorio”. Pero sin duda Grecia está expiando las culpas de la especulación de los buitres financieros. La troika, como sabemos, formada por El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE), impuso a Grecia medidas draconianas que no han tenido efecto positivo salvo para los avariciosos acreedores, pero no acepta el gran fracaso de las políticas exigidas. Las medidas de austeridad impuestas no pueden ser consideradas sino como una descomunal acción de sadismo. Los resultados no pueden ser más elocuentes: el desempleo sigue por las alturas y se mantiene por encima del 20 %, en un país en el que la mayoría de los parados no perciben prestación y con mucho paro de larga duración; el salario medio anual se ha desplomado el 22 %; el empleo público se ha reducido un 50 %; los jubilados han perdido de media el 45 % de poder adquisitivo tras catorce reformas desde el 2010; el 20 % de las familias tiene dificultades para conseguir alimentos; todo esto lo dice la OCDE…[1]

No puede estar más claro el desastre griego y la inoportunidad de las medidas tomadas por la troika. ¿A quién han mejorado los casi 350.000 millones de euros de los planes de rescate al estilo neoliberal? Sólo para que la autoridad del gobierno griego haya quedado totalmente anulada y desprestigiada. No solamente por el derrumbe democrático en la cuna de la democracia: el fraude de Tsipras después del apoyo mayoritario de la población a su posición frente a la troika en las elecciones del 2015, fue un mazazo a la democracia. Sino también por una realidad diaria palpable: “En Grecia el Gobierno no recibe a la Troika; la comisión negociadora de los acreedores se instala en el Hilton y son los ministros griegos de Economía o Finanzas los que desplazan allí.[2]” Saramago decía que se podía debatir todo menos la democracia, en Grecia, sin embargo, la primera medida ha sido suprimir el poder del pueblo.

Nuestro país parece que no aprende las lecciones que nos dan las medidas de austeridad tomadas y se emborracha con éxitos que ni son propios, ni son tan claros. Así se ha aprobado el techo de gasto para 2017 que sólo supone el 1,3 % de incremento, cuando el Gobierno prevé que el crecimiento económico, léase el PIB suba cerca de un 3 %. Estas son las compensaciones del tan cacareado “estamos saliendo de la crisis”; o sea, más de la misma medicina: austeridad y recortes. La riqueza que se genera va a parar a manos de los que ya tienen y fomentan que el sistema financiero siga creciendo en perjuicio de la economía real y con el peligro de alimentar una nueva crisis. Los ciudadanos seguirán con servicios públicos recortados, con menos derechos y menos salarios. Pero, sin salarios la gente se endeuda y en muchos casos no puede pagar las deudas que ya tiene. Desahucios e impagos son sus consecuencias. Consecuencias nefastas para un crecimiento normal y sano de la economía.

Invertir en sectores productivos siempre ha sido la mejor forma de salir de las crisis, sin embargo, aquí sólo esperamos a que nos venga el aire de culo: expansión crediticia de la Unión Europea, bajada del petróleo y, nos olvidamos, de invertir en I+D+i, Investigación, Desarrollo e Innovación. Mantenemos nuestro crecimiento impulsados por un turismo, a veces de baja calidad; nos olvidamos de las energías renovables en contra de la dirección tomada por aquellos que llevan la delantera; nos olvidamos de nuestra gente en la que hemos invertido dinero y recursos para su formación y la dejamos con las manos cruzadas o que se marchen a mejorar otras economías; nos olvidamos, en fin, de que la razón de la economía es el bienestar común.

Pero la España que va bien y desde el 2015 parece que ha salido de la crisis según las cifras macroeconómicas. Esta España no logra cumplir ninguno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. España va lenta en su compromiso con un mundo más igualitario, sostenible y de mayor acceso a los recursos y derechos sociales. Tal vez demasiado lenta. Nuestro país no ha logrado ni uno sólo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONUla agenda de retos que debe guiar las políticas globales de desarrollo a cumplir en 2030 con la que los líderes mundiales se comprometieron en una cumbre celebrada dos años atrás, en 2015, y que incluye metas en materia de pobreza, salud, género, agua, energía, empleo, medio ambiente, cambio climático o paz y justicia, entre otras. Esta es la España que algunos quieren vendernos mediante continuas cortinas de humo para tapar sus males. Lo dicho Grecia es y ha sido el chivo expiatorio y, sin embargo, seguimos ciegos a los deplorables resultados.



[1] Ver Alternativas Económicas de julio-agosto núm. 49. Grecia, en la cárcel de la deuda por Pere Rusiñol.
[2] Ibídem. Entre el desencanto y la resignación. Hibai Arbide Arza.

viernes, 7 de julio de 2017

La humanidad necesita urgentemente un cambio de dirección

Se dice que hay dos clases de hombres, aquellos que vienen del mono y aquellos que van al mono. El problema es que la proporción de los que vuelven está creciendo de forma acelerada. Hemos enfocado el mundo mediante la luz de la competitividad y este enfoque ciega los valores imprescindibles para la convivencia en sociedad y la búsqueda de los desarrollos individuales.

El capitalismo salvaje y el llamado neoliberalismo basan nuestra vida en la competencia y en la sobrevivencia de los más fuertes o más avariciosos y corruptos. Aunque  es claro que el neoliberalismo lo que menos tiene es de liberal, ya que en este sistema el grado de libertad tiene que ver con el poder económico disponible y poca libertad poseen aquellos que tienen que vivir con un euro diario, y créanme, todavía hay muchas personas, millones, que no llegan a vivir con más, si a su paso por la vida se le puede llamar vivir.

Necesitamos repensar nuestras ideas honestamente con un enfoque diferente. Un enfoque que basado en la solidaridad y en objetivos comunes permita verdaderos cambios beneficiosos para la sociedad y sus individuos. ¿Para qué sirve un incremento del PIB si este incremento va a parar a unas pocas manos que ya tienen más de lo suficiente? ¿Qué conseguimos reduciendo los salarios para generar puestos de trabajo, si conseguimos que aquellos pocos que consiguen mejorar, se sustentan en los muchos contratos precarios e indecentes, hasta el punto de que no son suficientes para una vida digna?

Perdemos el tiempo debatiendo temas menores que se han sobrevalorado mediante la actividad manipuladora de aquellos que obtienen ventajas. Pero olvidamos a las personas. Olvidamos a todos aquellos que a duras penas tienen para vivir, muriendo muchos de ellos de hambre. Olvidamos que el Mediterráneo se está convirtiendo en un gran cementerio. Lo que nos debe importar, por tanto, son las personas, resolver la situación de todos aquellos que tienen que mendigar para vivir,  porque en este mundo los que ganan pueden ganar 50 millones de euros en un año, con el aplauso del rebaño, y los que pierden, y siempre habrá perdedores en un mundo competitivo, queremos que vivan con algo más de 400 euros en nuestro país y en otros muchos con menos de un euro.

Parece que a los que no entienden esta situación se les trata de antisistema, pero el arte manipulativo de algunos políticos logra cegar a la población idealizando un sistema que no es ideal, ni siquiera justo. Aquellos que luchan por un mundo más justo, en el que todos podamos vivir decentemente y puedan desarrollar aquellos objetivos en los que quieran basar su vida, son considerados terroristas del sistema porque hay quien no quiere cambiar un sistema que les beneficia y son insensibles con la población a los que el sistema perjudica.

El drama de la emigración es una muestra de la crueldad de nuestro mundo, de las grandes desigualdades. Es una muestra de lo poco que hemos aprendido de nuestra experiencia histórica. Levantamos muros y perseguimos inmigrantes y refugiados facilitando la existencia de mafias que se aprovechan del mal ajeno.

Sin embargo, el economista turco Dani Rodrik ha argumentado, y estaba convencido, de que permitir una emigración más libre podría ser una política mucho más efectiva contra la pobreza que, por ejemplo, intentar liberalizar más el comercio de bienes y servicios. Así “Clemens comparaba la investigación más rigurosa existente hasta la fecha. En el comercio internacional, se estimaba que eliminar todas las barreras a los movimientos internacionales de bienes y servicios aumentaría el PIB mundial entre un 0,3 %, en el cálculo más pesimista, y un 4,1 %, en el más optimista […] En el caso de eliminar las barreras a los movimientos internacionales de capitales, las estimaciones resultaba más modestas: oscilaban entre un efecto mínimo del 0,1 % del PIB mundial y un máximo del 1,7 % […] en el caso de que se eliminasen todas las barreras a las migraciones internacionales […] los cálculos más pesimistas sobre estas ganancias de eficiencia las situaban en el 67 % del PIB mundial. Las más positivas se iban hasta el 147 %.[1]

No podemos olvidar que Estados Unidos es el país de la inmigración por antonomasia. En 2010, solo entre tres y cinco millones de sus 309 millones de habitantes eran descendientes de pobladores indígenas. Por tanto entre el 98 % y el 99 % de su población correspondía a inmigrantes o a sus descendientes establecidos en los últimos años[2].

No podemos olvidar que “el país de nacimiento es el factor que explica dos terceras partes de la desigualdad mundial en los ingresos a principios del siglo XXI […] el principal motivo de esa desigualdad no sería [por tanto] el nivel educativo,  la edad o el  sexo sino su distinto país de nacimiento.[3]

Ante estas investigaciones chirría y da vergüenza que el Ministro Zoido llegue a decir "Hay que concienciar a las ONG de que se está para ayudar y no se está para favorecer o potenciar la inmigración irregular". Sin duda hay dos clases de hombres…Sin duda es urgente un cambio de dirección en las mentes y en las políticas.



[1] Fernández-Huertas Moragas, Jesús (2016:128). Los pros y contras de la inmigración. RBA
[2] Ibídem (2016:12).
[3] Ibídem (2016:132). 

Los humanos No somos tan inteligentes

En un mundo en el que la información circula a velocidades siderales, en el que el conocimiento del medio es cada día mejor, sorprende que...