jueves, 22 de marzo de 2018

Juventud y jubilación


Convivimos con la mentira y lo más duro es que aquellos que nos mienten son los que tienen la obligación de hacer lo posible por trabajar en beneficio de toda la ciudadanía. Ellos son, además, los que abandonan toda la lógica y nos dicen que los jóvenes bien formados en los que hemos invertido mucho dinero de todos, pueden quedar sin trabajo o irse a otro país que se aproveche de su formación y, sin embargo, los mayores, aquellos que han dado toda su vida para que nuestro país consiga unos niveles de producción y servicios importante, sigan trabajando hasta que caben su propia tumba. Esto debe ser lo que llaman “envejecimiento activo”, o sea, trabajar hasta que te mueras.

Hay que reconocer que el movimiento de los pensionistas de estos días puede ser de vital importancia para el logro de un cambio social. La desigualdad, la corrupción, la mentira y la hipocresía siguen subiendo de nivel y están consiguiendo un mundo en el que sólo caben unos pocos rodeados de su egoísmo. La clave del movimiento de pensionistas y las luchas por la igualdad de la mujer se fundamentan en la impugnación general del sistema social. Un sistema que trata a las personas como mercancía abundante de la que se extrae beneficios y sólo se respeta todo aquello que tiene que ver con los derechos de los que más tienen.

Cualquiera que piense en el futuro de los jóvenes desempleados de nuestro país y de aquellas otras naciones en las que el virus del neoliberalismo ha sido inyectado, podrá darse cuenta que el futuro lo tienen muy negro y se lo tendrán que currar muy mucho para ser ganadores en la competencia brutal del capitalismo, porque si no, la indigencia y las penurias se les pegarán como lapas. No nos debe extrañar que según la OMS cada año se suiciden unas 800.000 personas en el mundo lo que supone una muerte cada 40 segundos. Cantidad que supone más que el total de los muertos causados por la guerra y los homicidios juntos. No nos debe extrañar, tampoco, que el suicidio sea la segunda causa de muerte de los jóvenes. Estos suicidios tienen relación inevitablemente con las crisis, la desigualdad y la falta de recursos económicos.

En este país de muñequera y bandera, la recuperación económica está obligando a nuestros mayores a trabajar sin un mañana y sigue castigando especialmente a los jóvenes: dos millones y medio han perdido la posibilidad de estar empleados, ocupados y retribuidos económicamente por su trabajo en nuestro país. La cifra de ocupados entre 16 y 30 años ha caído en el período 2007 al 2017 de 4,9 a 2,5 millones según revela la media de trimestres de la EPA mientras que en las demás franjas de edad desciende el desempleo. A la dificultad de acceder a un puesto de trabajo para los jóvenes también se suma otros factores desmotivadores como que más de la mitad de los empleos se concentran en la hostelería y el comercio, un tercio de los contratos no son de jornada completa y más de medio millón está subempleado, o sea, que ocupa un puesto que exige menos preparación de la que se ha obtenido, muchas veces con mucho esfuerzo y privación económica[1].

Pero todo se va a arreglar porque España va bien, no cuenta que se incrementen los índices de pobreza, que la desigualdad suba aceleradamente, que los trabajos sean precarios y esclavizantes, que los ricos sean cada vez más ricos, que los pobres sean cada vez más pobres. España va bien y se arreglarán con el tiempo las pensiones, y el empleo cubrirá todas las necesidades, los viejos a trabajar y los jóvenes ya se verá, el tiempo nos dará la razón, porque lo tenemos todo controlado. Pero, esto no es verdad, los jóvenes lo tienen muy negro y algo hay que hacer para que esto cambie. El sistema de pensiones debe ser público y dentro de las prestaciones del Estado Social. Dejémonos de cuentos de que la bolsa de la seguridad social se acaba y de que no hay dinero para las pensiones. Las pensiones del futuro y las pensiones de hoy, no tienen que ver con el dinero virtual que se anote en ordenadores o en contabilidades públicas. Cuando los jóvenes de hoy quieran disfrutar de su pensión lo que es realmente importante es la cantidad de productos que la sociedad pueda producir y la cantidad de servicios que pueda realizar. Las personas no comen billetes ni apuntes contables, comen alimentos y reciben servicios. Lo que es transcendente es el cómo se reparten los productos y servicios que la sociedad genere en su día.

Si queremos, por tanto, que los jóvenes tengan algún futuro, es hoy el momento para tomar medidas, en caso contrario su futuro hoy obscuro será muy negro y a las personas mayores no las dejaremos tener su merecido descanso jubiloso.



[1] Ver Sergi Raventós; sinpermiso 16-3-2018.

sábado, 17 de marzo de 2018

¡No hay dinero!


¿Cómo reaccionaríamos si nos dijeran que en el año 2017 ha habido excedentes de producción en Europa por un importe de 331.000 millones de euros? Esto significa que este importe se podría, por ejemplo, haber dedicado a crear empleo. Se considera que en la zona Euro un puesto de trabajo cuesta de media unos 42.000 anuales. Por lo que gastar el superávit habido nos reportaría unos 7,9 millones de empleos, es decir la mitad aproximadamente de los parados existentes[1]. Pero es más sencillo repetir el mantra de que no hay dinero para adormecer el sentido crítico de la ciudadanía.

La matraca de que ¡no hay dinero! Es el eslogan más utilizado por la derecha reaccionaria para convencer y anestesiar a aquellos que siempre han tenido que ahorrar para poder subsistir. No hay dinero para las pensiones pero, la corrupción campa sin obstáculos, se saca a los bancos de la ruina que ocasionó su avaricia, se pagan a las empresas de autopistas los déficits, cuando nadie participa en sus beneficios (este es el capitalismo que tenemos los beneficios para mí los déficits los repartimos), aquellos que más tienen pagan menos al fisco (las empresas tienen que tener beneficios aunque sea arruinando a sus trabajadores), grandes sumas de dinero se pierden en los paraísos fiscales, la especulación financiera pervierte la economía real, etc. 

¡No hay dinero! Pero la producción (el PIB) según nos dice el gobierno aumenta y sin embargo parece que se queda en manos de los que más tienen; la desigualdad es un hecho creciente en esta salida de la crisis que como no se remedie hará estallar el propio sistema que la genera. ¡No hay dinero! Es, sin duda, la cantinela que se usa para que los pobres aporten sus pocos recursos y los entregan a aquellos que más tienen. Es la contrarrevolución del neoliberalismo.

Como ya dije en otra ocasión, sabemos que el sistema bancario privado, mediante los créditos, es el que crea en la actualidad el 95 % del dinero en circulación y el sistema público el 5 % restante, aspecto éste que como se ha comprobado con las últimas crisis tiene sus riesgos. Son el crédito y el gasto público los que promueven y principian la actividad económica. Las empresas cuando inician su actividad se mueven a través de los préstamos bancarios. “De hecho, con muy raras excepciones, ha sido el crédito el que financió a la empresa y al empresario que contrató a esa joven; y probablemente fue un descubierto el que pagó el salario que obtuvo en su primer trabajo [...] su contratación creó actividad económica añadida y generó ingresos con los cuales la persona que la empleó pudo cubrir el descubierto, pagar la deuda y satisfacer su salario.[2]” También el Estado cuando paga a un proveedor o a un funcionario lo que hace es apuntar en las cuentas bancarias de los destinatarios los importes fijados mediante la contratación previa. Para realizar estos gastos no necesita (tengámoslo claro) cobrar impuestos, salvo que no tenga el poder de emitir moneda (ahora dependemos del Banco Central Europeo para ello). El Estado siempre recauda impuestos del dinero que previamente ha sido creado, bien por el sistema financiero privado o por la banca pública.

Nuestros políticos no sólo no quieren aprovechar las nuevas realidades de la política monetaria, de la que es un claro exponente la Teoría Monetaria Moderna (TMM), sino que tampoco saben aprovechar sus propias convicciones para mejorar el estado de los ciudadanos. No saben o pretenden hacernos creer que no saben cómo funciona el sistema monetario actualmente. Nos dicen que los bancos tienen que poseer dinero para dar crédito pero ellos saben que no es así. El crédito se crea de la nada. Es el negocio de la banca dar crédito, y los bancos lo han venido dando sin motivo y a lo loco montados en la burbuja inmobiliaria y activando crisis en su beneficio. Lo que está claro es que los bancos nunca dejarían de dar crédito a un buen negocio con posibilidades claras de recuperar el dinero prestado más los intereses. El problema no es que los bancos tengan dinero para dar crédito, sino que haya posibilidades de montar empresas con opciones claras de éxito, y para ello no se puede dejar a la población en la miseria, porque no habrá quien compre los productos que la empresa genere y no habrá quién compre los servicios que preste.



[1] Ver Alternativas Económicas núm. 56. Por qué no bastará con la recuperación. Guillaume Duval, pág. 16.
[2] Ibídem.

Los humanos No somos tan inteligentes

En un mundo en el que la información circula a velocidades siderales, en el que el conocimiento del medio es cada día mejor, sorprende que...