Es un clamor popular que los que están soportando
la crisis sin haberla provocado son las clases medias. Los trabajadores y
autónomos que vienen cumpliendo con el fisco son los que están sufriendo los
avatares de la crisis que incomprensiblemente todavía padecemos. Si no lo es,
sí parece una guerra de clases y la ganan, como siempre, los que más tienen.
Y no es una frase afortunada más. En esta columna
quiero dejar constancia de nuestra realidad, de la realidad de nuestro país.
Para ello voy a utilizar datos de un libro reciente, auspiciado y editado por
la Fundación del BBVA en el presente año, libro titulado Distribución de la renta, crisis económica y políticas distributivas,
cuyo autor es Francisco J. Goerlich Gisbert que ha utilizado para sus investigaciones
y especialmente la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del Instituto Nacional
de Estadística (INE), por lo que, entiendo, ofrece pocas dudas sobre su
veracidad; al menos muestra la verdad oficial.
El autor nos dice lo siguiente: “tras un largo periodo
de crecimiento sostenido en los niveles de vida, el ingreso medio por hogar
alcanzó un máximo de casi 28.000 euros
en 2007, iniciando luego un paulatino y continuado descenso que, con los últimos
datos disponibles, no parece haber acabado. […] Entre 2003 y 2007 la renta
disponible media por hogar creció, en términos reales, un 6,6%, pero en los
seis años siguientes, hasta el último disponible, 2013, sufrió una caída del 19,6%. El resultado es que el nivel de vida del hogar medio en 2013 se
encuentra un 14,3% por debajo del nivel alcanzado en 2003. Como el tamaño
medio de los hogares decreció de 2,7 a 2,5 miembros en este mismo periodo, la
renta disponible media por persona presenta un perfil de caída similar, aunque
algo menos negativo.”
Pero ahondando más en el estudio vemos que: “si
comparamos la situación entre 2007 y 2013, observamos una situación claramente
regresiva. Casi todos los estratos de la población empeoran y hay una evidente transferencia de
porcentajes de población hacia las rentas más bajas. Solo los hogares con
renta muy elevadas, por encima de los 25.000 euros de renta disponible per
cápita, parecen mantener sus posiciones respecto a los años en los que se
inicia la crisis económica […] Una gran parte de las rentas medias se mueven hacia estratos de renta bajos, y
podríamos decir que su posición se muestra vulnerable ante la posibilidad de
caer en riesgo de pobreza. En cambio los hogares con rentas per cápita por
encima de los 15.000 euros mantienen sus posiciones y los grupos con rentas muy elevadas ganan posiciones ligeramente
respecto a los niveles de renta de principios del siglo XXI.” Como consecuencia
de lo anterior la población que se sitúa en los estratos intermedios de renta:
disminuyo en 8 puntos porcentuales entre 2003 y 2013.
Cuando se aplica el índice de Gini, índice de
referencia para medir la desigualdad que toma el valor 0 cuando la distribución
de la renta es igualitaria y todos tienen el mismo nivel de ingresos, y el
valor 1 (o 100 si lo expresamos en tanto por ciento), cuando la renta se
concentra en un solo individuo y la desigualdad es máxima, tenemos que ha
habido “un incremento en el índice de
Gini de 4,7 puntos porcentuales, como el acontecido a lo largo el periodo
estudiado, sería equivalente a una (hipotética) transferencia de un 9,4% de la
renta media global, desde todas aquellas personas situadas por debajo de la
mediana a las personas por encima de la renta mediana. Obviamente, los
individuos en la parte superior de la distribución presentan rentas más
elevadas que los individuos de la parte inferior (alrededor de 2,8 veces en
promedio para el conjunto del periodo). Por esta razón, un cambio en el índice
de Gini de 4,7 puntos porcentuales sería equivalente
a una hipotética transferencia de un 18% de la renta de las personas por debajo
de la mediana a las personas por encima de la mediana, cuya renta crecería
en algo más de un 6%. Esto muestra hasta qué punto los cambios distributivos
acaecidos son importantes dado el corto lapso temporal analizado, tan solo una
década.”
Los datos no dejan lugar a dudas y ponen de manifiesto
quienes son los que están ganando con la crisis. Son aquellos que la provocaron
y mantienen que no hay otra alternativa, que los que la tienen que pagar son
aquellos que menos tienen ya que el sistema bancario privado y a la orden de
las élites no puede dejar de incrementar sus beneficios y los rentistas no
pueden dejar de percibir sus millonadas en sueldos o en jubilaciones.
Y la situación no cambia y mantiene la misma tendencia; mientras
el nivel de pobreza sube y España escala a las primeras posiciones del ranking
de países con más desigualdad social, la riqueza nacional sigue concentrada en
muy pocas manos. Según los últimos datos extraídos del Impuesto sobre el
Patrimonio (IP), referidos a 2014, sólo 181.874 personas poseen 555.539 millones de euros. Eso
significa que un 0,39% de la población acumula una riqueza equivalente a más de
la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) de nuestro país. ¡Casi ná!
Debemos darnos cuenta que, tener la sociedad centrada en el
mundo del trabajo, un mundo competitivo que posterga la solidaridad, es el
principal factor del incremento de la desigualdad en nuestro país. A todo esto
hay que añadir la disminución de los servicios públicos vía recortes. Servicios
que suponen una gran ayuda en la lucha contra la desigualdad. La sociedad del
bienestar suponía la redistribución de los ingresos de los más ricos hacia los
más pobres, la crisis, sin embargo, ha dado el cambiazo y ha instituido lo contrario: son los más ricos los que de nuevo se han
aprovechado de los pobres. Pero la política neoliberal o la estafa neoliberal
no sólo ha conseguido pasar la riqueza de los pobres a los ricos también ha
conseguido enviar los capitales de los
países pobres a los países ricos, todo lo contrario de lo que predecían sus
intocables teorías.
Me pregunto ¿Qué sociedad que sea mínimamente
desarrollada permite que los costes de sus problemas sean soportados por sus
eslabones más débiles a costa de la mejora de aquellos que tienen mayor
seguridad y riqueza? ¿Qué personas mínimamente evolucionadas consienten que
aquellos que apenas pueden sean los que les arreglen los problemas que ellos
mismos han provocado? Aunque lo parezca no sé si será una estafa o una crisis
debida al egoísmo y la avaricia, pero parece claro que tenemos que revisar
nuestros valores para mejorar nuestra convivencia, ya que difícilmente una
sociedad prospera a base de perjudicar a la mayoría más débil.
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