En
nuestro cerebro de mamífero hay una glándula en forma de almendra que llamamos
amígdala, es responsable de alertar al cuerpo en situaciones en las que peligra
la supervivencia. Es la parte del cerebro más importante en lo referente a la
sensación de miedo. Incita al cuerpo a responder incluso antes de que seamos
conscientes del peligro. Es lo que se suele llamar una respuesta precognitiva. Pues bien, esta glándula
es la que continuamente nos están tocando muchos políticos en estos últimos
meses con objeto de que huyamos de todo aquello que por no conocido se le
atribuyen los más negros presagios.
Lo
que está pasando en nuestro país es para preocuparnos seriamente. Nos estamos
jugando la democracia, nos estamos jugando la vida de muchos de nuestros conciudadanos,
nos estamos jugando la posibilidad de un futuro mejor. Sin embargo, son todavía
muchos los que juegan a otra cosa utilizando sus dotes histriónicas. Juegan a
mantener sus intereses, juegan a engañar, juegan a dividir, juegan a destruir
las esperanzas de muchos, aunque ya apenas las tienen y se conforman con ir
malviviendo.
¿Qué
razón tienen algunos para meter en el mismo saco a posturas políticas tan
distanciadas como el Partido Popular y Podemos, haciendo recaer la culpa de que
se tengan que realizar nuevas elecciones?, espero que democráticas. Seguro que
hay razones para ello, pero no las que pretender hacernos creer. Se reprocha
que Podemos no ha tenido intención de pactar, cuando fue el primero en proponer
un pacto y se le contesta con un pacto contra-natura que no dejaba ningún
resquicio a la negociación. Pacto entre un partido que se llama socialista y encastillado
en políticas neoliberales: esto sí que ha muchos españoles nos resulta inexplicable y ruin. Se reprocha que se
quiera pertenecer al Gobierno compartido y, no obstante, se llega a ofrecer un
Gobierno con tecnócratas a cambio de apoyo en la votación para salir como
Presidente, denotando que ha mantenido una lucha para aferrarse a la
presidencia pero sin Podemos, no vaya a ser que se enfaden aquellos a los que
debe reportar. Eso sí haciendo ver a la ciudadanía que los que querían sillones
eran otros, sabiendo que no es así.
¿Qué
razón tienen algunos para seguir diciendo que apoyan el cambio?, cuando son
partidarios de mantener el artículo 135 de la Constitución, cuando están en
contra de las medidas anti-desahucios propuestas por los que si quieren un
verdadero cambio, cuando se quiere mantener la actual normativa laboral que lo
único que nos ha traído es la precarización y la debilidad del trabajador.
¡Viva el cambio lampedusiano, para que todo siga igual! Pero ya sabemos porque
lo dijo Antonio Gramsci que cuando el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en
aparecer, en ese claroscuro aparecen los monstruos.
¿Qué
razón tienen algunos para traer sistemáticamente e incansablemente imágenes de
otros países, atemorizando a electores bienintencionados para no perder votos?
¿Qué razón tienen para que, en un debate sobre la situación económica y social
de nuestro país, se traiga a colación los vínculos con ETA? ¡Sí ya sé nos tocan
la amígdala para que no sepamos discernir! ¡No vaya a ser que empecemos a
pensar! Porque es el único argumento que pueden argumentar en una situación
política en la que la corrupción campa dentro y fuera de su partido, e incluso,
su partido es considerado como el acreedor de la mayor corrupción que ha habido
en las democracias europeas. Pero tratan de hacernos ver que los enemigos del
país son los que traen dinero de Venezuela a España y los patriotas, los que se
lo llevan a Suiza. Y, lo malo, como decía Mark Twain, es que es más fácil
engañar a la gente que convencerles de que han sido engañados.
Hay
quién dice que “por suerte para España no ha gobernado Podemos”, y quién lo
dice mantiene la corrupción a pesar de que asegura que ha trabajado duro contra
ella. Mantiene que es el gran defensor de los servicios públicos cuando ha sido
partidario de los recortes y del incremento de la desigualdad entre los
ciudadanos. Mantiene que ha creado empleo cuando lo ha precarizado y lo ha
descuartizado dividiendo un empleo en varios y dejándolos inservibles para que
los trabajadores puedan vivir con dignidad. ¡Ya estamos saliendo de la crisis
dicen y nos venden estabilidad! Pero estabilidad en la penuria, en la
desigualdad, en la falta de libertades. ¡No esa estabilidad no la queremos!
La
negociación no es tanto una actividad competitiva como cooperativa. Se ha
olvidado que la mejor negociación es la de ganar/ganar y que jugar a
ganar/perder hace que los que más tienen que perder son siempre los mismos,
aquellos que son más débiles y soportan menos que los que tienen que gobernar
para todos sólo gobiernen para unos pocos. Pero hay quién quiso sólo ganar y
que los que perdían en el pacto, además, les aplaudiesen. Hay también, quién
espera sin hacer nada a que sus enemigos quedaran al descubierto para sacar
ventaja de sus silencios, aunque continuamente mediante sí mismos y sus voceros
se han encargado de enturbiar la realidad y apelar a la amígdala.
¡No
nos toquéis la amígdala! ¡No nos tratéis como borregos! ¡Tratadnos como
ciudadanos! ¡Dejar de mentir! ¡Dejar de dividir! ¡Dejar de ser egoístas! Pensar
en los demás es realizar dignamente vuestro trabajo, ya que eso es para lo que
os presentáis a las elecciones y os presentaréis de nuevo y es vuestra
responsabilidad que debéis a los ciudadanos.
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