En estos tiempos en los que se
reclaman igualdades seguimos empeñados en discriminar trabajos similares en su
aportación social. Sin duda la mujer sale perjudicada en relación a los mismos
trabajos realizados por el hombre. La feminización de los contratos parciales y
temporales es masiva. Los permisos que se cogen para cuidar a familiares suelen
darse en su mayoría a las mujeres trabajadoras. Pero, en esta sociedad centrada
en el empleo, es decir trabajo con contrato realizado por un tercero y
retribución sinalagmática por el trabajo prestado, la mayor desigualdad y la
mayor discriminación la sufren aquellas y aquellos que con el mismo trabajo,
generalmente de cuidados y de procreación, trabajan o no por cuenta ajena o por
cuenta propia.
En esta sociedad si tienes un
contrato y eres extranjero te puedes nacionalizar y residir en nuestro país,
pero también si tienes contrato tienes derechos retributivos por realizar las
tareas de cuidados (en su caso) y si no lo tienes, tendrás que vivir a costa de
otra u otro. Es verdad que todavía hay que avanzar mucho en estos derechos y se
tienen que igualar las cargas de mujeres y hombres, pero no solamente se dan
diferencias y no hay igualdad de trato en los empleos, también hay diferencias
del cien por cien para los mismos desempeños en el hogar, en la familia, entre
aquellos que tienen un contrato y los que no lo tienen.
Si tengo trabajo y estoy de baja
por maternidad, la sociedad sustenta económicamente el tiempo establecido por
normativa. Si no tengo trabajo, la misma maternidad, supone un gasto que
exclusivamente es cubierto por la propia persona. Si tengo trabajo y tengo un
accidente en un servicio de cuidados a personas mayores, tengo cubierto
socialmente mis necesidades económicas por parte de los Presupuestos Generales
del Estado. Si no tengo trabajo, en este país se tiene asistencia sanitaria
conforme a los requisitos legales, pero la cobertura económica será a costa de
la persona accidentada. ¡Y son los mismos trabajos!
La vinculación de los derechos
sociales, de los derechos que acoge el menoscabado Estado de Bienestar con el
trabajo es, desde mi punto de vista, poco o nada igualitaria. La misma
aportación a la sociedad no es recompensada igualitariamente. El hecho de que
muchos de estos derechos estén cubiertos por las cotizaciones que se realizan a
la seguridad social a través del empleo, mantiene situaciones atávicas poco
congruentes. La sociedad no puede dejar en la extrema pobreza a ciudadanos que
realizan la misma labor social porque tenga o no un contrato con empresa
pública o privada. Esta vinculación atávica incluso afecta a los pensionistas
que ven reducir sus pensiones, incrementar sus tareas domésticas y perder las
ilusiones que se habían creado con muchos años de esfuerzos y cumpliendo con
sus obligaciones sociales.
Hay muchas cosas ilógicas que
ayudan a una desigualdad de trato. Viendo las imágenes de los ultras en el
futbol, me pregunto: ¿por qué gastamos
dinero público para pagar el gran esfuerzo de los cuerpos policiales cuyos
efectivos arriesgan su vida para mantener y cuidar un acto deportivo social
basado en la violencia y en la locura de personas enajenadas? ¿No hay modo de
parar esta locura y dedicar los recursos a actividades más beneficiosas para
todos?
Hay muchas alternativas para
mejorar nuestra sociedad, pero “A lo largo de la historia, las clases
dominantes se han distinguido por su paupérrima imaginación política. Los
miembros de las élites siempre han estado plenamente convencidos de que el
sistema político cuya cúspide ocupaban –ya fuera el esclavismo, el feudalismo o
la tiranía—era inconmovible y la única alternativa al caos.[1]”
Los ciudadanos indolentes y encerrados en nuestra propia rutina y pereza mental “Hemos entregado el control de
nuestras vidas a fanáticos del libre mercado con una visión delirante de la
realidad social, que nos dicen que nada es posible salvo el mayor
enriquecimiento de los más ricos: ni profundizar en la democracia, ni aumentar
la igualdad, ni limitar la alienación laboral, ni preservar los bienes comunes.[2]”
Nos hacen creer que vivimos en un
mundo finito y no hay dinero para que las personas vivan dignamente, no hay
dinero para las pensiones, no hay dinero para pagar a todos por realizar el mismo
trabajo de cuidados aunque no sea mediante un empleo; pero la realidad es que
hay casas vacías, tiramos toneladas de alimentos, dejamos que vaguen
ociosamente millones de personas (en muchas casos personas muy preparadas con
recursos públicos), destruimos la naturaleza que nos acoge y nos dona sus
frutos marchitándola. ¿Cuándo comprenderemos que ni los billetes, ni las
monedas, ni los apuntes bancarios nos dan de comer?, que no es el dinero lo que
nos reporta los bienes y servicios indispensables para nuestra vida, que lo que
nos ayuda a desarrollar y mantener nuestra vida son los productos y los bienes
y servicios que la propia sociedad crea a base de todos los recursos que posee
y CUIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario