Se dice que hay dos clases de hombres, aquellos que
vienen del mono y aquellos que van al mono. El problema es que la proporción de
los que vuelven está creciendo de forma acelerada. Hemos enfocado el mundo
mediante la luz de la competitividad y este enfoque ciega los valores
imprescindibles para la convivencia en sociedad y la búsqueda de los
desarrollos individuales.
El capitalismo salvaje y el llamado neoliberalismo
basan nuestra vida en la competencia y en la sobrevivencia de los más fuertes o
más avariciosos y corruptos. Aunque es
claro que el neoliberalismo lo que menos tiene es de liberal, ya que en este
sistema el grado de libertad tiene que ver con el poder económico disponible y
poca libertad poseen aquellos que tienen que vivir con un euro diario, y
créanme, todavía hay muchas personas, millones, que no llegan a vivir con más,
si a su paso por la vida se le puede llamar vivir.
Necesitamos repensar nuestras ideas honestamente
con un enfoque diferente. Un enfoque que basado en la solidaridad y en
objetivos comunes permita verdaderos cambios beneficiosos para la sociedad y
sus individuos. ¿Para qué sirve un incremento del PIB si este incremento va a
parar a unas pocas manos que ya tienen más de lo suficiente? ¿Qué conseguimos
reduciendo los salarios para generar puestos de trabajo, si conseguimos que
aquellos pocos que consiguen mejorar, se sustentan en los muchos contratos
precarios e indecentes, hasta el punto de que no son suficientes para una vida
digna?
Perdemos el tiempo debatiendo temas menores que se
han sobrevalorado mediante la actividad manipuladora de aquellos que obtienen
ventajas. Pero olvidamos a las personas. Olvidamos a todos aquellos que a duras
penas tienen para vivir, muriendo muchos de ellos de hambre. Olvidamos que el
Mediterráneo se está convirtiendo en un gran cementerio. Lo que nos debe
importar, por tanto, son las personas, resolver la situación de todos aquellos
que tienen que mendigar para vivir, porque en este mundo los que ganan pueden
ganar 50 millones de euros en un año, con el aplauso del rebaño, y los que
pierden, y siempre habrá perdedores en un mundo competitivo, queremos que vivan
con algo más de 400 euros en nuestro país y en otros muchos con menos de un
euro.
Parece que a los que no entienden esta situación se
les trata de antisistema, pero el arte manipulativo de algunos políticos logra
cegar a la población idealizando un sistema que no es ideal, ni siquiera justo.
Aquellos que luchan por un mundo más justo, en el que todos podamos vivir
decentemente y puedan desarrollar aquellos objetivos en los que quieran basar
su vida, son considerados terroristas del sistema porque hay quien no quiere
cambiar un sistema que les beneficia y son insensibles con la población a los
que el sistema perjudica.
El drama de la emigración es una muestra de la
crueldad de nuestro mundo, de las grandes desigualdades. Es una muestra de lo
poco que hemos aprendido de nuestra experiencia histórica. Levantamos muros y
perseguimos inmigrantes y refugiados facilitando la existencia de mafias que se
aprovechan del mal ajeno.
Sin embargo, el economista turco Dani Rodrik ha
argumentado, y estaba convencido, de que permitir una emigración más libre podría
ser una política mucho más efectiva contra la pobreza que, por ejemplo,
intentar liberalizar más el comercio de bienes y servicios. Así “Clemens
comparaba la investigación más rigurosa existente hasta la fecha. En el
comercio internacional, se estimaba que eliminar todas las barreras a los
movimientos internacionales de bienes y servicios aumentaría el PIB mundial
entre un 0,3 %, en el cálculo más pesimista, y un 4,1 %, en el más optimista
[…] En el caso de eliminar las barreras a los movimientos internacionales de
capitales, las estimaciones resultaba más modestas: oscilaban entre un efecto
mínimo del 0,1 % del PIB mundial y un máximo del 1,7 % […] en el caso de que se
eliminasen todas las barreras a las migraciones internacionales […] los
cálculos más pesimistas sobre estas ganancias de eficiencia las situaban en el
67 % del PIB mundial. Las más positivas se iban hasta el 147 %.[1]”
No podemos olvidar que Estados Unidos es el país de
la inmigración por antonomasia. En 2010, solo entre tres y cinco millones de
sus 309 millones de habitantes eran descendientes de pobladores indígenas. Por
tanto entre el 98 % y el 99 % de su población correspondía a inmigrantes o a
sus descendientes establecidos en los últimos años[2].
No podemos olvidar que “el país de nacimiento es el
factor que explica dos terceras partes de la desigualdad mundial en los
ingresos a principios del siglo XXI […] el principal motivo de esa desigualdad
no sería [por tanto] el nivel educativo,
la edad o el sexo sino su
distinto país de nacimiento.[3]”
Ante estas investigaciones
chirría y da vergüenza que el Ministro Zoido llegue a decir "Hay que
concienciar a las ONG de que se está para ayudar y no se está para favorecer o
potenciar la inmigración irregular". Sin duda hay dos clases de hombres…Sin
duda es urgente un cambio de dirección en las mentes y en las políticas.
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