El Fondo Monetario Internacional
(FMI) recomienda a España trabajar más años y no subir más de un 0,25 % las
pensiones, además nos dice que es necesario incentivar los planes de pensiones
privados. Me pregunto ¿Cómo podemos seguir creyendo las recetas del FMI cuando
han traído tantas desgracias a todos los países en los que ha intervenido,
entre ellos nuestro país? Pero también los emergentes de Asia, muchos del Sur y
Centro de América e incluso africanos. ¿Qué razones inconfesables lleva a un
organismo creado para ayudar a los países a poder aguantar crisis a hundirlos
de forma inmisericorde? Pero sus descabelladas recetas son seguidas a pies
juntillas no sólo por las élites interesadas, sino también por ciudadanos
ciegos a la mínima lógica económica.
Recordando a Warren Mosler,
economista referente de la Teoría Monetaria Moderna (TMM); si un robot o un
grupo de personas pudieran realizar productos y servicios que abastecieran a la
totalidad de la población realmente esto es lo que mantendría a las personas
con las necesidades cubiertas, no si hay o no más dinero que es una convención
social. No debemos cansarnos de recordar que el dinero, sea la forma social que
tenga, no se come. Lo que nos hace ricos son los productos y servicios que
podemos producir y servir. No nos dejemos engañar con cálculos interesados: que
cada trabajador soporta varias pensiones, que el fondo de pensiones se acaba,
que la generación del Baby Boom llega a la jubilación, etc. Debemos recordarnos
que nunca en la Historia de la Humanidad hemos sido tan ricos y, sin embargo,
hemos repartido la riqueza de manera más desigual.
El particular diseño del sistema
de pensiones de nuestro país y el márquetin que se lleva a cabo por políticos
neoliberales y aquellos poderosos que tienen interés en ello nos han hecho
pensar que las pensiones se pagan con la hucha de las pensiones. Pero es solo
una posibilidad más. De hecho el fondo de pensiones es un
invento reciente, y, desde mi particular punto de vista, está sirviendo como
singular “varita mágica” que hace fácil el engaño de los poderosos para que el
sistema público de pensiones sea desactivado. Uno de los grandes avances de
nuestra sociedad que ha funcionado perfectamente y contribuido al merecido descanso
de generaciones se quiere hundir para beneficio de fondos privados e intereses
particulares. De esta forma tenemos fondos de pensiones que tienen más poder
que países enteros.
Pero es que ni siquiera nuestro
gasto es particularmente alto: “gastamos 2,3 puntos porcentuales del PIB menos
que la media de la eurozona en pensiones de jubilación (y 0,8 puntos
porcentuales menos en total de pensiones). El 70 % de las pensiones pagadas no
superan los 1.000 euros mensuales y abocamos a nuestros pensionistas a la
pobreza. Así el 20 % de las pensiones contributivas y la totalidad de las no
contributivas están por debajo del umbral de pobreza.” Y estos no son datos de
organismos ideologizados, son datos recogidos de la base de datos del
Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
Los economistas que no están influidos por los
poderes económicos, que no han sido aducidos por la corriente fundamentalista del mercado; pensamiento
único, nos lo dicen muy claro: “si ahora la Seguridad Social está en déficit no
es porque la generación del baby boom se haya jubilado y haya demasiados
pensionistas; está en déficit porque los ingresos por cotizaciones se
desplomaron como consecuencia de un incremento desorbitado del desempleo.
Actualmente hay millones de personas en nuestro país que quieren tener un
empleo remunerado pero no lo consiguen. Si aumentamos la tasa de natalidad o la
inmigración, ¡tendremos más parados![1]”
El paro juvenil es otra de las
consecuencias perversas de la lucha privada por hacerse con el dinero de los
ciudadanos, incrementando los fondos de pensiones privados y el poder de unos pocos en perjuicio de la
mayoría. Tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de nuestra Historia,
a la que hemos dedicado muchos recursos y tiempo y, sin embargo, la escamoteamos
la posibilidad de trabajar y fomentamos en ella la indolencia, perdiendo
conocimientos valiosos y recursos importantes para el desarrollo social y el
mantenimiento de un Bienestar Social para todos.
La ceguera de nuestra sociedad
está llegando a extremos preocupantes. Miramos pero no vemos ni castigamos la
corrupción, no vemos la dolorosa situación de nuestros jóvenes sin presente y
sin futuro, esquilmamos las pensiones y queremos deshacernos de nuestros
mayores. Son indicios de una sociedad sin futuro.
[1] Garzón,
Eduardo (2017) Desmontando los mitos económicos de la derecha: Guía para que no
te la den con queso. Atalaya.
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