El pasado miércoles día 3 de mayo de 2017, el Ministro
de Hacienda tuvo el descaro de seguir mintiendo a la ciudadanía diciendo que la
crisis tuvo como origen la borrachera de gasto público y que ahora los partidos
de la oposición querían ya marcharse de copas. Concretamente,
el ministro que ha querido anticiparse a las críticas que le iban a lanzar
posteriormente los grupos de la izquierda afirmó que “hemos salido de la crisis
que venía de la borrachera del gasto público y ya quieren irse de copas para
celebrarlo. Eso es lo que están diciéndonos que volvamos a hacer con sus
propuestas algunos de los grupos políticos de esta cámara”. Estas
palabras fueron mencionadas para defender la austeridad en el gasto social
incluido en los Presupuestos Generales del Estado. Sin duda palabras poco
afortunadas y llenas de retórica turbia y manipuladora.
Un economista con la mínima formación, y el
Ministro no parece ser uno, no podría caer en tal error, por lo que hemos de
considerar que la campaña de mentiras, con el subterfugio del miedo, sigue
manipulando la opinión pública por mor al interés partidario. Si tenemos en
cuenta que la crisis última que en nuestro país aún padecemos se inició en
Estados Unidos en el año 2007 y que podemos considerar que aquí arribó en el
año 2008, sólo hay que ir a los datos oficiales para ver que en los años 2005,
2006 y 2007, previos a la crisis no sólo no había déficit en el gasto público
sino que hubo superávit presupuestario y, también, se alcanzó el nivel más bajo
de deuda pública.
En mentiras como ésta se basa toda la economía del
neoliberalismo. Recortar y quitar a los pobres para dárselo a los ricos.
Práctica simplista que funciona por hipnosis de la mayoría. Somos capaces de
tragarnos que el gasto público fue la causa de la crisis y que el Plan E de
Zapatero fue el mayor despilfarro y sin embargo asistimos atónitos, pero
insensibles a cualquier modificación de voto, cuando el gobierno destina 3.500 millones
de euros para asumir las autopistas de peaje en quiebra, cuando sin dolor se
asigna al caso Castor 3.000 millones de euros, coste que irá cargado al
consumidor, cuando se nos dice que debemos a las eléctricas millonadas para
seguir engordando sus beneficios y generando más pobreza energética. Pero es aun
más grave que el despilfarro público lo sigan haciendo aquellos que consideran
que este gasto debe ser mínimo. Pregunto: ¿sabemos cuántos millones públicos se
han perdido en nuestro país con la corrupción política: corrupción estructural,
piramidal y en red, en la que verdaderamente sí somos punteros? En verdad, es
imposible de calcular, pero es una cantidad muy grande, inmensa y muy superior
al Plan E.
Ante tal despilfarro, el plan E., si de algo pecó fue de
insuficiente para poder aguantar el inmenso agujero que había ocasionado el
sistema financiero mediante la especulación y la burbuja inmobiliaria. El Plan E constaba de cuatro ejes de actuación principales:
medidas de apoyo a empresas y familias; de fomento del empleo; medidas
financieras y presupuestarias; y, por último, medidas de modernización de la
economía. La primera parte del plan E inyectó 7.836 millones de euros, y la
segunda hasta 5.000 más. Estos
fondos fueron repartidos entre las diferentes administraciones, siendo los ayuntamientos los organismos que
decidían en qué obras públicas se debían invertir los dineros. Si algo falló no
fue el plan, cada uno tendrá que saber en qué se fue el dinero que gestionó. Lo
que sí parece es que nuestra sociedad no está dispuesta a defender los derechos
y la dignidad de todos los ciudadanos y aplaude indolente las inmoralidades de
unos pocos que gozan de impunidad y ataca, además, sin
cordura lo que realmente no conoce.
¿Qué extraño proceder tiene nuestra sociedad? Respetamos aquello que siendo
un hecho real nos perjudica y somos tiránicos con aquello que carece de
realidad. Repetir y repetir mentiras parece la herramienta más usada por los
partidos políticos ricos en intereses propios. Somos, además, como piedras a la
hora de empatizar con nuestros semejantes, a pesar que según los expertos algo
hemos avanzado en ello. Aún hoy muchos millones de personas, carecen de lo
esencial de la vida, viven a diario con
el hambre, analfabetismo, inseguridad y la falta de voz. Al mismo tiempo,
la presión colectiva de la humanidad en el planeta ya ha sobrepasado algunos
límites del planeta.
Es necesario un cambio, la humanidad no puede seguir evolucionando a base
de mentiras, intereses partidarios y guerras: bombazo allí y bombazo allá. Se
necesita poner en marcha nuevas ideas que realmente beneficien a toda la
humanidad. Ideas que eliminen el cáncer de la desigualdad, que eviten la
tremenda crisis en la que está instalada nuestra nave tierra. Admitir ideas que
supongan un nuevo sistema distributivo de la riqueza y un funcionamiento del
dinero acorde a la realidad actual y en consonancia con objetivos económicos comunes y más justos.
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