Es vergonzoso y sangrante, para las personas que tengan un
mínimo de ética y de compasión con los de su misma especie, lo que está pasando
en nuestro entorno. Dejamos que el mundo se vaya al garete porque permitimos
negocios redondos para los que más tienen sin preocuparse del medio ambiente,
ni del calentamiento global, ni de la destrucción del mundo en el que vivimos todos.
Dejamos que la desigualdad vaya creciendo a pasos agigantados, y así admitimos
que mientras algunos tienen que callar (una mordaza les amenaza) y arreglarse
con 426 € o incluso menos, en nuestro país, por otra parte, ya existan más de
428.000 personas que tienen más de UN MILLÓN DE EUROS y en muchos casos su
aportación a la Hacienda es mínima. Admitimos que se prioricen y sean verdades
absolutas los números mágicos de un déficit público que es un atentado contra
los ciudadanos, y evitamos realizar gastos sociales en beneficio de aquellos que
mal viven o viven a duras penas y perjudicamos, además, sectores que a todos
interesan y nos pueden ayudar a salir de la crisis/estafa; sectores como la
educación, la sanidad, los servicios sociales, el medio ambiente, la
investigación…
Demostramos un conformismo que nos llevará directos al
abismo, eso sí calladitos y sin protestar. Nos sucederá, seguro, lo mismo que
le sucedió a la rana hervida: si a una rana se la pone en un recipiente
hirviendo salta inmediatamente, pero si se le mete en un recipiente con agua
templada y se va calentando el agua poquito a poquito la rana morirá hervida
sin darse cuenta. Así no está pasando, adormecidos con mentiras y falsas
previsiones, no nos estamos dando cuenta de los cambios graduales que están
sucediéndose en el planeta y en nuestro entorno, y llegará un momento en el que
sin apercibirnos, sin darnos cuenta, no habrá vuelta atrás.
Hay que decirlo muy claro; esto ya no es una lucha entre
naciones, es una lucha de clases entre la plutocracia, las élites, el 0,1 % de
la humanidad y el resto. Un pequeño número de personas que tienen el poder y el
dinero mueven el mundo con sus intereses despreocupándose del resto de seres
que habitamos el planeta. Olvidándose, incluso, de su propia seguridad porque
el final nos atrapará a todos. Si la mayoría fuéramos conscientes de la
situación, de su empeoramiento acelerado y del poder que se puede ejercer al
pertenecer a la casi totalidad de la población, se podrían dar pasos para evitar
lo que posiblemente ya, es inevitable. Pero, no obstante, aún hay expertos que
dan lugar a cierta esperanza y con acciones sencillas.
La revista The Atlantic se hacía eco el pasado agosto
de un estudio llevado a cabo por un grupo de científicos de la Universidad de
Oregón, el Bard College y la Universidad Loma Linda. ¿Qué calcularon?
Exactamente qué pasaría si los estadounidenses sustituyesen la carne de ternera
por las judías pintas (en inglés, beans instead of beef): solo con ese
cambio en la dieta se podría cumplir la promesa de Barack Obama de reducir en
un 30% los gases causantes del cambio climático. Y no en 2030, como aseguró el
expresidente, sino en 2020. Es decir, aunque estructuralmente no cambiase nada
más (ni en el tema energético, ni en el de contaminación) e incluso si la gente
siguiese comiendo carne de cerdo y pollo, se reducirían las emisiones en, al
menos, un 46%[1].
Parece de locos el que no seamos capaces de dar un giro a nuestras
sociedades, de dar un giro a nuestras políticas. Todos somos conscientes de “la
perpetuación del hambre destructiva en un mundo ahíto de riquezas y capaz de lograr lo imposible [lo que] se vuelve
todavía más inadmisible. Una matanza en masa de los más pobres.[2]”
Todavía es más demencial que según Medicusmundi 100 millones de personas caen
cada año en la pobreza a consecuencia de los gastos sanitarios. Y es de
vergüenza que en un país como Estados Unidos, país en el que el gasto sanitario
del Estado es el más elevado, sin embargo no tener cobertura pública supone que
millones de personas hayan perdido sus casas para poder pagar las facturas
sanitarias.
Y todo esto no tiene visos de parar si no somos conscientes de la
situación. Todo lo tienen bien controlado y sus objetivos siguen cumpliéndose
con creces. Las empresas han tomado el poder y “Los monopolios de mañana [incluso
de hoy] no podrán ser medidos solo por la publicidad que nos venden. Estarán
basados en lo mucho que saben sobre nosotros y cuánto mejor pueden predecir
nuestro comportamiento respecto a los competidores.[3]”
Es la verdad el “gran hermano” nos controla, nos adormece y nos ahoga.
[1] La Marea
núm. 54. ¿Y qué puedes hacer tú? Noemí López Trujillo, pág. 21
[2] Ziegler,
Jean (2013:52). Destrucción masiva, geopolítica del hambre. Booket.
[3] La
Marea núm. 54. Medios que dependen de
Silicon Valley. El poder de Facebook y Google representan el mayor
cambio de paradigma en la era digital. Ekaitz Cancela, pág. 25
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