La caterva desinformativa que prolifera en nuestro
país se queda complacida cuando defiende a los multimillonarios de nuestro entorno
porque crean puestos de trabajo. Mantienen la falsa creencia, en contra de la
realidad, de que si ellos les van bien nos irá bien a todos. Da igual que los
puestos de trabajo que generan sean indecentes, es decir por debajo de los
derechos humanos mínimos, y mal pagados, mediante una retribución que mantiene
a los trabajadores en la pobreza. Sin embargo, su incongruencia y su falta de
interés verdadero por los que no tienen trabajo y muy poco que llevarse a la
boca, les hace criticar cuando es el Estado el que crea puestos de trabajo bien
remunerados y revestidos de los derechos laborales, otrora duramente
conseguidos, para mantener servicios como la Sanidad y la Educación que, por
otra parte, han sido y deberían seguir siendo señeros en nuestro país.
Son capaces de defender que la generación de
empleo, o como esto no les es muy favorable, la reducción del paro, sea un buen
objetivo, pero parece que el puesto de trabajo decente adornado de los derechos
legalmente establecidos no es realmente su pretensión. Por eso, hacen oídos
sordos, tachándola de locura, a cualquier alternativa que vislumbre nuevas
formas de crear puestos de trabajo. No quieren darse cuenta de que
“Paradójicamente aquellos que más urgente y desesperadamente necesitan un
empleo, porque llevan desempleados más tiempo
y probablemente hayan agotado todos sus ahorros prestaciones sociales, son los que menos
posibilidades tienen de conseguirlo[1].”
Que el sistema deja pocas posibilidades al que menos tiene. En el fondo es el
sistema que les sustenta el que mantiene las grandes diferencias de nuestro
tiempo, además parece claro que “El neoliberalismo aborrece del empleo porque
implica el empoderamiento de la clase trabajadora[2].”
Se
demuestra que nuestros dirigentes no son sensibles al gran desperdicio de
recursos que tenemos cuando el desempleo es elevado. Las personas sin empleo
debieran estar contribuyendo a mejorar los servicios y generando productos que
beneficien a la sociedad. En sociedades pequeñas, agrícolas y primitivas ¿quién
se permitiría el lujo de que algunos vecinos no trabajaran? Todos de acuerdo a
sus posibilidades contribuirían al beneficio de su sociedad. El empleo o
trabajo remunerado nos ha traído, sin embargo, la posibilidad, o la excusa,
para que muchos ciudadanos no puedan obtener puestos de trabajo que les
permitan vivir dignamente, debido a su escasez provocada o mantenida. Pero es de sentido común, el menos común de
los sentidos, que si el gasto público estimula la actividad económica, entonces
el PIB, la renta nacional y el ahorro crecerán simultáneamente.
La permanencia en el euro nos está demostrando un
nivel de atadura y esclavitud que viene perjudicando claramente a la toma de
decisiones políticas para una creación y mejora del empleo. El Euro tiene que
ser una herramienta para dar soluciones en la vida de los europeos. No puede
ser un instrumento de tortura para algunos países y ciudadanos. Con la Teoría
Monetaria Moderna, quiero incidir nuevamente en que “Un gobierno que emita su
propia moneda siempre puede permitirse contratar mano de obra desempleada[3].”
Podemos atender a dos formas de crear empleo. Por una parte, podemos elevar la
demanda agregada, y por otra, podemos aumentar la contratación directa. El
Estado debe constituirse “empleador de
último recurso” a modo de estabilizador automático cuando el motor
automático del sistema de síntomas de griparse. La participación del gobierno,
es esencial, aunque podría limitarse al suministro de fondos y quizás a la aprobación de los proyectos a poner en marcha.
Comprender el sentido del ahorro es otro elemento
de importancia para el buen uso de las instituciones económicas. “El ahorro
equivale a un no hacer; a una
decisión de abstenerse de consumir. Si consideramos que en una economía la
relación ingreso=gasto=producto siempre es cierta es imposible que el ahorro
pueda generar un crecimiento del producto y por tanto ayude a estimular la
inversión[4]”.
En momentos en los que la economía le cuesta avanzar si el ahorro no se
transforma en inversión y en relanzamiento de la economía, estamos tomando
medidas suicidas en contra de la recuperación, en vez de tomarlas para evitar
el desastre.
En el mundo neoliberal los más avispados utilizan
la deuda para enriquecerse y para hacernos sentir que nadamos en la abundancia
dentro de nuestra jaula de oro. Pero, la idea de enriquecerse mediante el
apalancamiento de deuda no sirve. Sus consecuencias son las crisis persistentes
que venimos padeciendo en el mundo. No podemos, por tanto, seguir haciendo
aquello que nos viene aportando consecuencias fatales. Debemos intentar cosas
nuevas, aunque la historia, gran maestra, nos muestra muchos momentos en los
que se desecharon grandes inventos, beneficiosos para la humanidad, porque
suponían un trastoque del status quo.
¡Vamos que perdían algo la minoría más poderosa!
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