Dos
investigadores económicos, Shenker y Osorio[1],
en el año 2012 analizaron dos modelos de economía. Una visión conservadora e
individualista y otra más progresista y colectivista. La visión conservadora parte
del supuesto de que la gente y la naturaleza existen para estar al servicio de
la economía. Considera que una economía competitiva y autorregulada
proporcionará el máximo nivel posible de riqueza y de ingresos siempre que
funcione con la mínima intervención externa. Esta visión nos pide que tengamos
fe y confianza en los resultados futuros, para ello debemos trabajar duro y
hacer los sacrificios necesarios en aras de las expectativas a conseguir. No
obstante, aquellos que no se comporten debidamente perderán las recompensas de
este “Dios” encarnado en la economía del libre mercado. Así, si el gobierno
intervine facilitando la vida a los vagos y a los que no se lo merecen, el
sistema cae enfermo y nos traerá nefastas consecuencias; por eso el gobierno debe
ser mínimo y para aquellas cuestiones imprescindibles.
Se
nos quiere convencer de que no hay alternativa a esta concepción de la
economía, pero esta visión es una especie de “pensamiento mágico” más propio de
otros tiempos ya que no tiene ninguna base científica y sí mucho de
fundamentalismo. La realidad nos está demostrando tozudamente su incapacidad de
recuperar la economía y de prever los acontecimientos económicos de
importancia, como la crisis que se inició en el 2007 y que en este país todavía
mantenemos a base de fe ciega en una política engañosa.
Esta
opción sólo considera el crecimiento del PIB, independientemente de si ese
crecimiento se produce en detrimento de la calidad del aire, del tiempo libre,
de la esperanza de vida o de la felicidad. Tolera el desempleo como si no
hubiera alternativa. Admite la salida de cientos de miles de jóvenes del país,
debidamente formados y preparados, cuando es prioritario para una nueva
estructura económica más halagüeña a través de la investigación y el desarrollo.
Persiste en la austeridad para reducir las deudas soberanas y la realidad es
que ésta no para de incrementar. Mantiene el euro conforme actualmente está
diseñado y no quiere ver que perjudica a los países de Sur mientras los del
Norte cada vez son más ricos y salen beneficiados.
Se
contrapone a la visión conservadora otra idea de la economía en la que los
humanos, en estrecha conexión y dependencia con nuestro entorno natural, somos
lo que realmente importamos. La economía funcionaría a nuestro favor y no al
revés, las personas a favor de la economía. Los juicios se harían sobre si una
política promueve o no nuestro bienestar, no según lo mucho o poco que haga
aumentar el tamaño de la economía. El foco se desplaza hacia los fines de los
seres humanos para ponerlos en el centro del pensamiento económico.
Los
economistas, defensores de la Teoría Monetaria Moderna y de esta segunda
opción, creen que los gobiernos siempre pueden elegir y mantener la tasa de desempleo que quieran. La “tasa
natural de desempleo” es un constructo, defendido por muchos economistas, pero con
poca base y que, según se ha constatado, las pretendidas fuerzas equilibradoras
del mercado no han respaldado en absoluto. Parece, sin embargo, que ahora los defensores
de hacer siempre lo mismo aunque el resultado machaconamente sea negativo se
están dando cuenta y pueden poner en marcha políticas económicas con un poso
más real, más humano[2].
Históricamente,
los progresistas han sostenido que el gobierno tiene la obligación de crear
trabajo si el mercado privado no logra crear los puestos de trabajo
suficientes. Es un debate que se tuvo ya en la Gran Depresión y cuyo principal
defensor fue Keynes. Esta época de crisis nos enseñó la necesidad de controlar
las caóticas y dañinas fuerzas de la codicia y del poder en las que tiene su
base el sistema monetario capitalista. Los treinta años gloriosos como denominan
los economistas a la edad de oro de la economía que transcurre entre el final
de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y la crisis del petróleo de 1973. Periodo
que fue el resultado de moderar, de embridar el capitalismo como consecuencia
del pacto social habido entre capitalistas y trabajadores. Dio lugar a los
Estados de Bienestar que, sin embargo, hoy estamos desmantelando por creer a
pies juntillas en la nueva idea liberal conservadora: la ideología neoliberal,
a pesar de que a diario vemos sus continuas mentiras encubridoras de la
falsedad de sus presupuestos y sus nefastas consecuencias. Entre ellas el
deterioro de la democracia, ya que la corrupción de ningún modo es un valor
democrático sino todo lo contrario.
Sólo
hay dos opciones económicas, la primera que denominamos actualmente neoliberal,
sólo busca la libertad del dinero, pone a la economía por encima de las
personas, hace del trabajo retribuido la única forma, para la mayoría de las
personas, de ganarse el sustento, pero tiene tendencia a
eliminarlo y precarizarlo, dispara las desigualdades, y endiosa al dinero que
reina sobre todas las cosas. La segunda más colectivista pone en la cima a la
propia persona, busca el bien común y la armonía y pone el valor en las cosas
esenciales de la vida del ser humano. De una parte veo destrucción y
enfrentamiento, de la otra colaboración y solidaridad. ¡Alternativa desde luego
la hay!
[1]
Información más amplia sobre la investigación de Shenker y Osorio en el último libro de
William Mitchell La distopía del euro.
[2]
Ver artículo de Juan Laborda en Vozpópuli, Frente
a la austeridad, ¡La Teoría Monetaria Moderna! http://vozpopuli.com/blogs/7467-juan-laborda-frente-a-la-austeridad-la-teoria-monetaria-moderna?utm_source=VPBoletin&utm_medium=mail&utm_campaign=VPComunidad
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