A estas alturas del partido los españoles son ya conscientes, y así lo manifiestan, de
que los mayores responsables de la crisis que todavía padecemos son los bancos.
Sin embargo, no solamente hemos tenido que tapar sus agujeros (horadados con
sus malas artes) con miles de millones de euros, sino que han dispuesto de
créditos baratos surtidos por el Banco Central Europeo (BCE), créditos que
hacían fáciles sus negocios y les quitaban las penas. Además se les ha dado pie
para realizar una reestructuración que teniendo como objetivo el saneamiento de
sus balances, ha dejado en la cuneta a más de 60.000 trabajadores. Esto supone
que mientras la ciudadanía que ha soportado sus manejos se ha empobrecido no
sólo directamente, sino también a través de los recortes del Estado en
prestaciones esenciales, las entidades bancarias han logrado sobrevivir y en el
año 2014 ya obtuvieron unos beneficios de 13.746 millones de euros, si bien es
verdad, todo hay que decirlo, que han pagado al fisco 1.742 millones, que
representa un triste 12,6 % de sus beneficios.
Así que el año 2014 ya ha sido un buen año
para los bancos y, sin embargo, sigue siendo doloroso para la gran mayoría de
los ciudadanos. Pero, hay algo que nos debemos mirar atentamente, porque cuando
pierden los bancos todos somos solidarios, si bien por imposición, pero cuando
pierden los ciudadanos, éstos tienen que seguir aportando, a pesar de sus
necesidades, su granito de arena a la solidaridad nacional. ¡Esto es tener
poder! A la triste aportación del 12,6 % de los bancos, hay que oponer el hecho
de que la carga fiscal que se ha soportado en el 2014 por las empresas y
familias ha llegado a ser la más alta de la serie histórica de la Agencia Tributaria, que arranca en 1995. La estadística,
actualizada hace un par de semanas, eleva el techo del tipo medio en los
principales impuestos (IRPF, IVA, sociedades y especiales) al 15,2% de sus
bases imponibles. La explicación está en las notables subidas aplicadas a los
principales impuestos, de modo que incluso con muchos menos empleos y muchas
menos empresas que al principio de la crisis, el Estado ingresó 175.000 millones
de euros, solo por detrás de la recaudación de 2006 (179.000 millones) y 2007
(200.000 millones). Todo un éxito del Gobierno.
La crisis de los bancos se ha reducido
exclusivamente en nuestro país a los años 2011 y 2012, en esos dos años los
bancos llegaron a perder 88.423 millones de euros, pero claro el Estado, liberal él, les ayudó con 88.138
millones de euros. Una cantidad que habría permitido financiar los recortes en
la sanidad, la educación, la dependencia, la investigación... En esos años, claro,
las pérdidas no les dejaron contribuir a la Hacienda Pública, es razonable,
aunque es verdad, también, que cuando una persona que se ha quedado en paro y
con pocos ingresos no puede pagar su hipoteca si se le obliga a pagar y además
se le desahucia para que quede clara su pobreza, necesidad e incompetencia. Los
bancos, no obstante, a pesar de haber sido incompetentes para cumplir su
función, han hecho patente su poder. Así en estos años de crisis han amarrado
bien nuestro dinero, si nuestro, aunque sea más de unos que de otros. Ya que todos
sabemos que los bancos hacen negocio con dinero de otros, pero eso sí nos
cobran comisiones por los trámites que ya hacemos nosotros mismos, nos cobran
por sus especulaciones financieras y,
desde luego, sólo reparten los beneficios a sus accionistas, eso sí a unos más
que a otros.
El caso de Grecia nos alumbra un nuevo matiz sobre
su importante gestión. La ayuda prestada por los Estados de la Unión Europea
sólo ha servido para cambiar los acreedores que antes eran los bancos, es decir
sus accionistas y ahora son los Estados, es decir sus contribuyentes. Así los
bancos siempre salen ganando y dominan la política internacional actuando como
un fuerte lobby de los distintos gobiernos. Muy poca de la ayuda prestada a Grecia, “apenas el 5% ha
ido a financiar las necesidades de los griegos. De los 227.000 millones de
ayuda, 50.000 se han ido a pagar intereses y 144.000 a reembolsar la deuda que
llegaba a vencimiento. Grecia ha cogido con una mano la ayuda, en forma de
créditos de la troika y la ha usado para amortizar los créditos que le habían
concedido (imprudentemente) los bancos, que se han ido de rositas. Grecia sigue
debiendo lo mismo, pero a acreedores diferentes. De manera que, más que salvar
a Grecia, hemos salvado a sus bancos acreedores[1]”.
En fin parece cierto el dicho de que la deuda es igual al amor cuanto más das
más tienes y por ello la deuda termina siendo un filón muy apetitoso para los
bancos que consiguen cobrarla y multiplicarla.
Pero eso sí, en un
momento de atarse el cinturón ya que estamos zarandeados por una dura crisis
que lleva con nosotros más de 7 años. Mientras el salario mínimo mensual es de
648,6 € y la realidad nos muestra que hay quien trabaja por menos de 3 € por
hora; mientras hay, según la EPA al 31-12-2014, 5.457.700 personas que
queriendo trabajar no encuentran trabajo de los cuales 2.754.100 llevan más de
una año parados; mientras el 49 % de los desempleados están en situación de
riesgo de pobreza y la exclusión social alcanza al 11 % de los ciudadanos; la
corrupción campa por sus fueros, los que más tienen escamotean sus obligaciones
con la Hacienda y nuestros amados
consejeros de entidades bancarias alcanzan unas retribuciones medias nada
modestas: los siete grandes bancos españoles cuentan con los consejeros mejor
pagados de todo el IBEX 35, según se desprende de un informe oficial sobre retribuciones
efectuado por la CNMV, el sueldo medio de los banqueros asciende a 657.000
euros frente a los 494.000 euros del resto de consejeros.
Están diáfanos los motivos por los que mi ética no
me permitiría ser consejero de un banco. Tan fuerte es su poder que Eduardo
Galeano llegó a decir, si la naturaleza
fuera un banco ya la habrían salvado[2]. Pero el poder
sólo es útil cuando se aplica en beneficio de la comunidad y no cuando es
destructivo. No creo que podamos sobrevivir en un mundo basado en un feroz
individualismo que se no muestre sentimientos de solidaridad ante la
indigencia, la exclusión social y un aumento extraordinario de la desigualdad.
Los bancos, personificados en sus consejeros no han dado muestras de la menor
solidaridad ni agradecimiento ante los favores que les han hecho los
ciudadanos. Hay quién ya hace tiempo intuía todo esto. Bertolt Brecht adivinó
el riesgo que corríamos y nos aleccionaba con una de sus frases célebres que
sirve para concluir: robar un banco es un
delito pero más delito es fundarlo.
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