Probablemente es muy generalizado y no sólo se da
en nuestro país, pero si nos paráramos un poco y nos preguntáramos qué es lo
que están haciendo nuestros políticos nos llevaríamos las manos a la cabeza.
¿Realizan política? Muy poca. Los debates políticos, las comunicaciones a la
población deberían centrarse en cómo resolver los problemas de los ciudadanos,
tarea a la que voluntariamente se presentaron y para la que los eligieron. Pero
en vez de asumir su responsabilidad, por otra parte muy bien pagada en relación
a los tiempos que corren, se preocupan de justificar su ineptitud, sus malas
artes y atacar al resto de partidos.
Realmente la política se ha convertido en un espectáculo de ocultación en el que los
distintos partidos contienden para hacer ver a la ciudadanía que yo soy mejor
que el otro, aunque para conseguirlo se basen en mentiras y siempre oculten la
desviación de sus programas y la vacuidad de sus propuestas, ¡si las tienen!
Así la Democracia con mayúsculas queda envilecida e inservible.
De esta manera difícilmente podremos conseguir
salir de la crisis. Es verdad que de las crisis económicas podemos esperar que
mantengan sus ciclos y entremos y salgamos de las crisis como el Guadiana que
deja ver y esconde sus aguas. Pero esto interesa sobre todo a unos pocos que
surfean por las olas sacando grandes beneficios y dejando a la mayoría con el
agua al cuello. El mundo gira a pesar de los políticos que no es poco, pero nos
mantiene en una espiral diabólica que cada vez gira a más velocidad y algún día
nos mostrará de forma catastrófica los peligros que esconde.
Es muy pobre la imagen que se está dando. No hay
argumentos de debate. La actitud habitual es contestar a una interpelación
sobre un hecho con un exabrupto contra el que se atreve a preguntar. Pero el
insulto demuestra la escasez de razones, cuando no miedo y prepotencia. Me
pregunto qué pasaría si en la vida diaria de las empresas, de los vecinos, de
los familiares, a cualquier pregunta poco agradable, pero basada en una
realidad, la contestación siempre fuera el insulto, la mentira y el “y tú más”. Seguramente duraríamos poco
como humanidad y, sin embargo, esto parece cada día más visible y viable. El
ejemplo que nos dan nuestros políticos incentiva actitudes asociales y división
entre los ciudadanos.
Nos decían Acemoglu y Robinson en su libro Por qué fracasan los países que “El
éxito económico de los países difiere debido a las diferencias entre sus
instituciones, a las reglas que influyen en cómo funciona la economía y a los
incentivos que motiva a las personas.” El enfoque económico de la “buena gobernanza”, entendía que era
necesario tener buenas instituciones para un adecuado desarrollo de las
naciones. El Gobierno debe procurar la
buena salud de la Democracia, debe ser transparente en su quehacer, debe
facilitar la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos y, sobre
todo, debe luchar para que el poder judicial sea independiente. Ahora, sin
embargo, lo más normal es que tiremos por tierra las decisiones judiciales, las
investigaciones de los cuerpos de seguridad del Estado, las pocas ideas que
proponen por los adversarios políticos, la participación ciudadana, el
bienestar social, etc. Todo ello; cuando no nos dan la razón completamente y va
contra nuestros intereses.
Por eso es esencial la formación, la educación es
básica para una población. Pero la educación tiene que facilitar la comprensión
del mundo, tiene que conseguir que los educandos piensen por sí mismos. El
conocimiento, la comprensión nos hace más humanos además de darnos caminos para
vivir y desarrollarnos. Abre las puertas de los encastillamientos raciales,
religiosos, políticos, sexuales…Cuando pensamos por nosotros mismos podemos
corregir nuestros errores y admitir ideas diferentes a las nuestras que pueden
ayudarnos.
Una idea que no nos hemos parado a pensar
seriamente es el papel que juega el dinero en nuestras sociedades. Siendo este un
elemento esencial para un desarrollo social verdadero. Pero estamos haciendo
oídos sordos a los economistas que nos quieren aclarar la realidad del mismo en
estos tiempos, y, sin embargo, permitimos que los interesados de mantener el
sistema como hasta ahora, ya que sacan sus insultantes beneficios de ello, nos
oculten la realidad.
[1] Medina
Miltimre, Stuar (2016:5) El Leviatán desencadenado. Lola Books.
[2] El
dinero no se come. El dinero, material o virtual, no está respaldado por nada,
si todavía cree que se respalda por oro, metal precioso o cualquier otro
objeto, cambie su dinero por aquello que lo respalda y trate de vivir con ello.
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