El ruido de las mentiras se ha convertido en algo
natural en nuestra vida política. Ruido que como música de fondo acompaña a la
ciudadanía en su vida diaria y adormece cual analgésico los dolores de la
insufrible realidad llena de corrupción y manipulación política. Las cortinas
de humo y el desvío de atención sobre otras tensiones políticas en los partidos
de la oposición, ponen una cortina sobre los verdaderos problemas de la
ciudadanía. Problemas que el Gobierno tendría que tener en su agenda como
prioritarios y dar la solución necesaria.
En el momento político actual el criterio que
predomina es la conformidad indolente con las pequeñas reformas que, por otra
parte, mantienen el bipartidismo con el apoyo interesado del poder económico.
Pequeñas reformas como la subida miserable de apenas el 8%€ (52,40 €) del
Salario Mínimo Interprofesional, la insuficiente modificación legislativa, 8
años después del comienzo de la Crisis, para que no se corte el suministro eléctrico
a familias sin recursos, se acompasan con las palabras del Presidente del
Gobierno que pretende hacer pequeñas reformas pactadas, fuera del Parlamento,
en la estructura del Estado. El Partido Popular, así, va manteniendo sus
políticas de austeridad con pequeñas modificaciones insignificantes y el PSOE
saca pecho porque va consiguiendo esas migajas que sirven de fuego de retención
de las verdaderas necesidades de la ciudadanía de nuestro país.
El sistema neoliberal que en España tiene un
representante significativo en el Gobierno, nos sigue machacando con mentiras
como que los déficits públicos son siempre malos, el presupuesto
tiene que estar equilibrado y por tanto los gastos tienen que estar soportados
por la recaudación de impuestos, el impago de la deuda es una mala opción, hay
que bajar los salarios para que podamos ser competitivos y recuperarnos de la
crisis, las ayudas a la banca no tendrán efecto sobre los ciudadanos, la
empresa pública es menos productiva que la empresa privada, las pensiones no
pueden soportarse, etc. Siguen, en consecuencia, el camino marcado por el Consenso
de Washington: Disciplina fiscal y eliminación del déficit, reducción del gasto
público y reordenamiento de las prioridades gubernamentales en un Estado mínimo,
reforma tributaria regresiva, tasas de interés flexibles, tipo de cambio
competitivo, liberalización comercial, un entorno favorable para la inversión
extranjera directa (IED), privatización, desregulación, derechos de propiedad.
Mentiras
y más mentiras, como nos decía Susan George[1],
la realidad que han creado es muy diferente, la “Disciplina fiscal” pasa a
significar en caso de superávit: “acumular grandes excedentes presupuestarios y
no gastarlos [salvo en armamento y corrupción] aun cuando
una gran cantidad de personas en el país estén padeciendo hambre”, el “Reordenamiento
de las prioridades gubernamentales” se traduce en como “practicar la
‘recuperación de costos’ con respecto a la salud y la educación y hacer que la
población pague por la totalidad de los gastos en estos sectores, “Reducir el
gasto público” significa “eliminar los subsidios” a los alimentos básicos, energía,
transporte público y demás, la “reforma tributaria” tiende a equivaler en la
práctica a menores impuestos para los ricos, las "Tasas de interés
flexibles" significa aumentar estas tasas dado que la flexibilidad en
raras ocasiones se aplica hacia abajo, al menos no durante mucho tiempo. Esto
hace que los créditos se tornen escasos y onerosos, especialmente para las
Pequeñas y Medianas Empresas que son las que ofrecen la mayor parte de las
oportunidades laborales, con el poco sorprendente resultado de un mayor
desempleo, la “privatización” se convierte en un negocio lucrativo de
oportunidades para “hacerse rico rápidamente” para las elites adineradas
locales y las corporaciones transnacionales, la “apertura y un entorno
favorable para la Inversión Extranjera Directa (IED)” no significa
necesariamente que el país reciba inversiones en nuevas instalaciones para la
creación de empleos y riqueza, estadísticamente, la mayoría de los fondos
clasificados como IED serán destinados solamente a fusiones y adquisiciones que
impliquen la participación de empresas ya existentes, las que generalmente
derivan en una reducción de la fuerza de trabajo, los “derechos de propiedad”
suenan muy solemnes pero de alguna forma nunca llegan hasta el sector informal
que es donde serían más necesarios.
Mentiras y
más mentiras que pretender confundir y sembrar el miedo entre la ciudadanía,
manteniendo a la población en un analfabetismo político. Así, como nos dice
Viçens Navarro, la escasísima cultura democrática existente en este país (que
es prácticamente nula en los mayores medios de información) explica que los
enormemente importantes debates que están ocurriendo en Podemos apenas se
conozcan, pues los medios nos informan, presentándolos como una mera lucha por
el poder personal. Pero, ver estas discusiones como meras luchas por el poder
es no entender nada o hacer juego sucio. Pero este es el debate político que
tenemos y no la necesaria búsqueda de soluciones para los graves problemas que existen.
No es de extrañar, entonces, que el pasado domingo
día 29 de enero, en el programa “el
objetivo” de la Sexta, Pablo Iglesias repitiera varias veces que el Partido Popular
había creado el Ministerio de Maquillaje Social. Parece que no hay otra
alternativa a la gran mentira que suponen las medidas neoliberales, ya que sin
Ministerio de Maquillaje Social la verdad podría salir a flote y la tensión
social sería poco menos que irresistible.
[1] GEORGE,
SUSAN (2006): Cómo la deuda y el consenso de Washington destruyen el desarrollo
y crean pobreza.
Coloquio Internacional del Centro Celso Furtado sobre “Pobreza y Desarrollo
dentro del Contexto de la Globalización” Publicado
en Transnacional Institute.
No hay comentarios:
Publicar un comentario