En el programa publicado por Podemos para presentarse a las
elecciones convocadas el día 24 de mayo próximo en las Comunidades Autónomas se
tiene como primer punto y básico para un programa que se centra en el ciudadano
el derecho a tener derechos. Para
ello confecciona un Plan de Rescate Ciudadano que el partido abordará en los
cien primeros días de su futuro gobierno. Así nos dicen en su introducción: “Un
país moderno no puede mirar para otro lado ante problemas sociales urgentes.
Los derechos deben ser reales y deben estar garantizados, porque si no es así,
no son derechos. El primer derecho de todos es el derecho a tener derechos. Por
ello, la orientación de nuestro primer bloque no admite discusión: Plan de
Rescate Ciudadano. Durante los primeros cien días de gobierno se puede y se
debe atender esta emergencia social indigna, dolorosa, vergonzosa, impropia de
nuestro país. Porque hay que recuperar la vivienda, la salud, curar la herida
de la deuda privada y de la pública, rescatar a las pequeñas y medianas
empresas, recuperar y mejorar los salarios”.
Ante esta afirmación que no puede tener más lógica y
ser más consecuente con la realidad actual, no es sorprendente que todos los
medios de comunicación hayan tenido titulares infames, contradictorios y faltos
de argumentación, titulares que sólo pretenden desprestigiar y generar dudas en
los votantes de Podemos. No es de extrañar esta respuesta de los medios ya que
están interesados en el status quo, están interesados en seguir bailando el
agua a los poderosos, el incremento de la brecha actual entre los que más
tienen y el resto de la sociedad no los inquieta sino que lo persiguen. Llevan
mucho tiempo, desde los años 80 del anterior siglo, imponiendo su sistema
económico y social que ha conseguido un paso atrás en los derechos de la
ciudadanía. Incluso han aprovechado la crisis actual para seguir cubriendo
pasos en sus objetivos. De hecho como bien decía David Harvey en su libro El enigma del capital “La crisis es un golpe de Estado que
distribuye la riqueza hacia arriba”. Su sistema, por tanto, se nutre de la
desigualdad y pone la economía a las órdenes de sus intereses y no de las
personas, cuando la economía por contra debe ser un instrumento para la mejora
de la comunidad.
En este contexto aquel que es sensible con las necesidades de sus
semejantes no debe ser indiferente, no debe practicar el inmovilismo y debe
estar alerta a las manipulaciones. Siempre ha sido el sentir de la izquierda el
luchar por la igualdad y limar las injusticias. “La izquierda no puede
renunciar a la actitud crítica, aunque pueda ser una debilidad. La izquierda no
puede aceptar nunca el principio de No
hay alternativa que tanto complace a la derecha, porque sin alternativa no
hay transformación social[1]”.
La irrupción de Podemos ha abierto una grieta a la
esperanza. Ahora se participa, se opina y se discuten ideas y programas de
actuación. Ahora se habla de programa, cuando últimamente el debate estaba
lánguido y sólo interesaba el “y tú más”. Ahora la lucha contra la desigualdad,
la pobreza y la injusticia parece que tiene un futuro. Pero a Podemos, aquellos
interesados en la actual política, le piden lo que no han hecho ellos en sus
años de participación política. Piden siempre que presente algo más, que su
programa avance a los últimos detalles, cuando esto en un partido que ha hecho
de la participación y el empoderamiento de la ciudadanía su razón de ser, y
esto tiene sus plazos. Pero, no obstante, siempre llega el momento y casi
siempre antes de que lo hagan aquellos que lo piden. Ahora se requiere que se
presente memoria económica y estoy seguro de que la presentarán. Pero, ¿Dónde
está la memoria económica de los demás partidos? ¿Dónde está la memoria
económica del rescate bancario? De momento, los demás, están elaborando
programas conforme les fuerza el avance de Podemos. Pronto veremos muchas
propuestas que han hecho y que han sido criticadas sin razón alguna que,
también, formarán parte de otros programas que se vayan elaborando por los
distintos partidos. ¿Por qué? Porque son de sentido común.
Los titulares de los medios de comunicación siguiendo
instrucciones de quien los paga han intentado menospreciar el programa
presentado dando muestras de poca profesionalidad periodística. Para algunos el
programa es muy radical y será el derrumbe de la democracia tal como la
conocemos, para otros se ha suavizado sensiblemente adaptándose a las
necesidades populares y la búsqueda de votos. Pero si es un programa populista
porque es lo que la gente necesita, bienvenido sea el populismo. Además el
programa ofrece muchas propuestas para que sus objetivos se puedan cumplir y
ahí están sus doscientas quince medidas todas ellas analizadas y participadas.
La Constitución de 1978 es mejorable como cualquier otra que esté
vigente. Pero el problema es en que porcentaje está vigente verdaderamente; si
la estamos llevando a la práctica o no. Si se cumpliese su articulado
viviríamos en una sociedad verdaderamente avanzada, pero muchos de los derechos
garantizados o que se deben potenciar y conseguir sólo son palabras escritas,
derechos vacíos. Hacer efectivo el artículo 10 de la Constitución “La dignidad
de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre
desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley a los derechos de los demás
son fundamento del orden político y de la paz social”, es una obligación del
Gobierno y una necesidad para un avance social. Éste es un artículo océano que
acoge a los derechos básicos que se deben conseguir.
Pero la dignidad está en tela de juicio
en nuestro querido país, por ello me parece adecuado la creación de la “Oficina
Pública de Protección frente a la Discriminación, que garantice el ejercicio de
denuncia ante situaciones de explotación laboral, acoso y discriminación y,
asimismo, asegure la difusión de información sobre derechos laborales, la
protección y anonimato de las personas denunciantes y el acompañamiento
integral”. De esta forma no quedaran impunes múltiples conductas asociales que
nos asolan. Sin embargo, parece obvio que
como decía Ernest Bloch “No toda la gente vive en el mismo ahora”. La realidad
es poliédrica y cada uno ve un lado distinto de la misma. Parece que todo tiene
sus matices y en todo se puede encontrar un matiz que nos deje ver otra
solución.
Pero, ¿quién se puede oponer a propuestas como que sean las “instituciones
permeables a la participación, que avancen de la mano del sentir y del calor de
la gente: en suma, [que tengamos] unas instituciones profundamente
democráticas, donde no haya puntos muertos para los ojos de la ciudadanía,
porque el cambio significa dotarnos de la mayor democracia posible”? Este
cambio en las instituciones no sólo es necesario sino imprescindible para
lograr una ruptura en la situación de desigualdad y amplia corrupción
existente.
Como bien dice Jorge Vestringe lo que no se puede
dejar de reconocer a Podemos es su función de gran perturbador. Las elecciones previstas este año en nuestro país
no serían lo mismo si Podemos no hubiera irrumpido en el panorama político
español. Nada es igual al año pasado a pesar de la lucha de las élites para que
todo siga en la misma dirección. No me cabe duda de que el programa nos ofrece
una lucha básica contra la pobreza y la desigualdad que en nuestro país no
tiene visos de parar. Y, recogiendo lo que decía Jose Carlos Díez en una entrevista en la que
valoraba el programa de Podemos: es importante la búsqueda real y efectiva de
los derechos de los ciudadanos que tiene como objetivo básico eliminar la
pobreza y “la pobreza es el colesterol de la democracia”. Con derechos vacíos
¿cómo se pueda hablar de democracia?
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