En un mundo en el que la información circula a
velocidades siderales, en el que el conocimiento del medio es cada
día mejor, sorprende que aún estemos resolviendo conflictos e intereses a base
de bombas y de persecución del otro. Si se considera que el hombre es el animal
dotado de inteligencia, es muy probable que debamos modificar el concepto a la luz de los acontecimientos, ya que o no
sabe utilizarla o la inteligencia supuesta es superada por otras pasiones de
mayor fuerza y preponderancia. Así, las desigualdades artificialmente mantenidas
a lo largo de la historia de la humanidad, la avaricia por tener más, el odio y
el miedo al otro, contribuyen a pasar por alto soluciones más convenientes para
la convivencia y el bienestar común en el planeta tierra.
Una mirada más profunda de la ciencia nos advierte
queen la naturaleza la forma de resolver los problemas vitales tiene más que
ver con el aprovechamiento de todas las posibilidades existentes en contra de intereses
individuales o personalistas. “Si volvéis a oír ese lugar común según el cual
en la naturaleza impera la ley del más fuerte, sabed que no son más que
bobadas: en la naturaleza, tomar decisiones consensuadas es la mejor garantía
para resolver de manera correcta los problemas complejos[1].”
Y nos sigue diciendo Stefano Mancuso
que“Las plantas son, organismos capaces de utilizar las propiedades emergentes
de las interacciones entre grupos para responder a problemas y adoptar
soluciones que, en ocasiones, pueden ser muy complejas. Por lo demás, esta
capacidad, debida a la organización distribuida y a la ausencia de niveles
jerárquicos, posee una eficacia tan elevada que se halla presente en todos los
rincones de la naturaleza, incluidas
numerosas manifestaciones del comportamiento humano[2].”
Aunque en este último caso parece que no es un
comportamiento muy extendido a la luz de las maldades que se cometen.
El asombro con lo que ocurre en el comportamiento
de los humanos no puede ser mayor. Impera la brutalidad y la anulación del otro
en defensa de nuestro egoísmo y avaricia. Pero está claro, sin embargo, que los
grandes avances de la humanidad se han basado más en la cooperación que en la lucha supremacista y por quedarse con el
botín. “La vida no avanza mediante la competición, sino más bien por la
cooperación y la organización de cada ser. Cincuenta millones de billones de
células cooperan en la creación del cuerpo humano. Millones de especies
colaboran para conformar los ecosistemas y el planeta.[3]”
El uso guerrero de los que menos tienen para
defender el poder de aquellos que han sabido encumbrarse a base de pisotones en
la cabeza de los demás es una mala solución a los problemas vitales. “Las
oligarquías no sólo son poco comunes, sino que las jerarquías imaginarias y la
llamada ley de la selva son un dislate
mayúsculo; lo que de veras importa es que estas estructuras no funcionan
bien. En la naturaleza, las organizaciones amplias, distribuidas y sin centros
de control son siempre las más eficaces. Los recientes avances en biología
acerca del estudio del comportamiento grupal indican sin sombra de duda, que
cuando las decisiones las toman un número elevado de individuos casi siempre
son mejores que cuando las adoptan unos pocos. En algunos casos, la capacidad
de los grupos para resolver problemas es pasmosa. De modo que la idea de que la
democracia sea una institución contra natura no es más que una de las más
seductoras patrañas inventadas por el hombre para justificar su connatural sed
de poder individual.[4]”
Está
demostrado que el mejor de los hombres siempre es superado por las
posibilidades infinitamente mayores que ofrece el grupo en el que se asienta. No
cabe duda de que la Democracia con mayúsculas sigue siendo el mejor sistema
para organizar las sociedades humanas y que la solución es más y mejor
Democracia. No obstante, como ya escribí en otra ocasiónLa Democracia está enfrentada claramente al capitalismo
actual, al capitalismo basado en el fundamentalismo de mercado. Los intereses
económicos más absolutos, centrados exclusivamente en el beneficio van, casi
siempre, en sentido contrario a los intereses de una verdadera Democracia. Un
voto hoy vale más o menos según la riqueza que manejes y el poder que esta
riqueza te da. Que el egoísmo y el interés privado sea la solución a los
problemas de la sociedad, parece, sólo, un lema teñido de engaño; una fórmula
que sólo ha demostrado servir a los intereses de aquellos que defienden el
inmovilismo porque la situación les es muy rentable. La verdadera Democracia,
sin embargo, “sólo es posible sobre la base del fomento de la autonomía y la
solidaridad, valores para los que la racionalidad instrumental, experta en
destrezas técnicas y sociales, es totalmente ciega[5].”
[1]Mancuso,
Stefano (2017-151). El futuro es vegetal. Galaxia Gutenberg.
[2]Ibídem
(2017-144-5).
[5] Cortina,
Adela (2007:214) Ética aplicada y
democracia radical. 4ª edición. Tecnos.